El País Vasco y el futuro de España
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Madrid - Publicado el
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Euskadi se abre, dicen algunos, a un tiempo político nuevo. En una semana dura, a causa de la muerte de su madre, el todavía Lehendakari Urkullu ha convocado elecciones para el próximo 21 de abril. Lo que unos viven desde el temor y la frustración, y otros desde el optimismo, es que los cambios en el mapa electoral aúpen a Bildu hasta la Presidencia del gobierno de Euskadi. Otegi no será el candidato. Consciente de que podría ser un lastre, los de Bildu han buscado a alguien joven y con una buena formación académica. Atrás queda la imagen de abertzales rudos, sin más trayectoria que la de las armas o la lucha en la calle.
Pello Otxandiano representa una generación joven, marcadamente independentista, sin responsabilidades directas ni en la comisión de atentados terroristas ni en su encubrimiento, y con las necesarias dosis de cinismo político para acudir a actos públicos en memoria de algunos asesinados sin verse obligado a pronunciarse sobre sus asesinos.
Urkullu y el PNV asisten a esta mutación sociológica sin saber muy bien si el todopoderoso partido que ha marcado la vida política vasca desde 1980 va a pasar a la oposición. El todavía Lehendakari se va con la elegancia de quien asume la decisión del partido y sin esconder que esta no encaja con la que era su aspiración: presentarse de nuevo a las elecciones. Urkullu ha marcado un estilo político y se ha despedido fiel a sus formas y a sus convicciones. Su llamamiento a favor de la dignificación de la política y de las instituciones será su seña hasta el último momento. Él es consciente de que el PNV y toda la sociedad vasca se enfrentan a un dilema de consecuencias determinantes, también para el conjunto de España.