Lola, de 84 años, como muchos ancianos prefieren no viajar en transporte público para evitar contagios

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Lola tiene 84 años y una enfermedad pulmonar crónica desde hace un año. A principios de marzo se contagió de coronavirus y su vida pendió de un hilo durante tres meses, en cama y ligada a un respirador. Ahora está completamente recuperada y le han dicho que tiene anticuerpos. Ha vuelto a su piso en el centro de Madrid donde vive sola y donde -nos cuenta a COPE- cada día sale a comprar y a dar un paseo. Sin embargo, tiene algunos miedos. “Yo no puedo coger el autobús ni el metro porque antes de sentarme tengo que agarrar la barra y vete tú a saber la cantidad de gente que ha tocado eso”, nos dice preocupada. En su opinión “debería haber un dispensador de gel a la entrada y otro a la salida”.

Aún así, Lola se atreve a salir, pero asegura que “tengo montones de amigas que no salen porque se tienen que mover por su zona o no se mueven”. “Y todavía no han salido de casa, hacen su vida en casa y no salen ni a estirar las piernas”, nos cuenta con temor a que sus amigas “caigan en una depresión”.

Desde el Area de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento nos cuentan que los autobuses se desinfectan diariamente en las cocheras pero que no está previsto colocar dispensadores de gel en los vehículos. Tampoco los hay en los vagones de Metro y Cercanías.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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