Los psicólogos descubren un beneficio oculto de la humildad: no solo es una virtud humana

La humildad podría englobarse dentro de las virtudes principales, pero también puede ayudar a las personas más allá de su desarrollo personal

Rafa Molina

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Las personas son seres sociales, que comparten su tiempo continuamente con otros. Cada hombre filtra las interacciones sociales en función de que si siente que la persona con la que está comparte los valores que él considera importantes. Son muchas las virtudes que podemos considerar positivamente.

Platón enumeraba las cuatro virtudes cardinales: templanza, prudencia, fortaleza y justicia. La humildad podría englobarse dentro de estos ejes, pero no solamente es una virtud, sino que puede ayudar a las personas más allá de su desarrollo personal. Algunos expertos creen que podría traer grandes beneficios si se potencia.

Cómo trabajar la virtud

Existen tres conceptos clave que la psicóloga Irene Ruiz Fornié relaciona con una mejoría de la humildad.

Para la psicóloga, es “mantener la calma en situaciones complicadas”. Pone el foco en que “antes de dejarnos llevar y que la emoción actúe por nosotros, pensar”.

Es importante para la experta “dejar ir y aceptar las situaciones tal como se manifiestan” Señala que no hay que cambiar todas las cosas que nos molesten.

Lo explica como la sensación de agradecimiento, no solo por cosas tangibles como un regalo, sino también por ser “afortunado por un momento del día”.

Un beneficio que pasaba desapercibido

La humildad es una caracteristica que forma parte de la persona, es un concepto global. “Al final nos quitamos las gafas y nos ayuda más que nos perjudica”. Los psicólogos señalan que la humildad puede tener un efecto positivo sobre la salud mental de las personas. Ruiz Fornié lo relaciona con el autoconocimiento, que es “ser conscientes de nuestras limitaciones y posibles debilidades”. Esto implica “evitar juzgar” y “posicionarte a la altura de los demás”, con el objetivo de “considerar las perspectivas diferentes a las tuyas”.

Pero también hay límites en la humildad. Debemos evitar que los demás determinen nuestro comportamiento “por lo que puedan pensar”. La psicóloga destaca que lo importante es “no perder el foco” porque “la dosis hace el veneno”, y si nos pasamos de humildes, puede hacernos tanto daño como no serlo.

La psicóloga anima a no temer a las emociones negativas: “Si están ahí es porque tienen un mensaje para nosotros”. Pero el problema es que es difícil asumirlo porque “estamos tan cerca del problema que no vemos más allá”. Es así como se presenta el concepto ‘neutralidad emocional’. Consiste en dejar de involucrarnos tanto en el asunto que nos molesta para tomar perspectivas para coger diferentes visiones y “enfocarlo de otra manera”.

Es como una habitación enorme, en la que el paciente está muy cerca de una de las paredes. Al estar pegado a la pared, la ve amarilla, pero cuando se aleja, se da cuenta que también hay azul y, cuando toma suficiente perspectiva, se percata de que, realmente, la habitación es verde, explica la psicóloga. En definitiva: pararnos, analizar y, una vez que hemos valorado, tomar una decisión.

Trabajar en las distintas fortalezas que caracterizan a una persona puede ayudar a la persona a potenciar “en lo que somos buenos”. Señala la importancia de “identificar las emociones que tenemos en ese momento” y “de dónde vienen”. También es clave conocer “qué mensaje nos están transmitiendo” para poder recibirlas correctamente y, así, aprender de ellas.