El sufrimiento de vivir con TOC sin saberlo: "Mamá, ¿soy buena persona?"

Dani tiene TOC y sufre ideas repetitivas que le taladran la mente y que le hacen imposible ciertas tareas que para el resto del mundo son sencillas

Rafa Molina

Publicado el - Actualizado

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Dani no es un violador. No ha cometido ningún delito ni tiene antecedentes. Entonces, ¿por qué es interesante la historia de Dani? Porque Dani, en ocasiones, piensa que es un violador. En la mente de este barcelonés aparece la idea recurrente de que ha cometido este horrible crimen. Y lo peor es que le entra miedo, le angustia y le llegaba a impedir tener una vida normal. No es la única idea repetitiva que le taladra la mente y que le hace imposible ciertas tareas que para el resto del mundo son sencillas. Dani, tiene TOC.

Dani Espín lo explica como algo que le “genera ansiedad”. Y lo diferencia de una simple obsesión como “el hecho de que te limite en tu vida personal”. Por ejemplo, “no podía prestar atención en clase”. Él es mago y realiza actuaciones en hospitales con niños pequeños. Si le salía bien su espectáculo, había ocasiones en las que “no podía contárselo” a su madre.

El trastorno obsesivo compulsivo, también conocido como TOC, se caracteriza por una serie de pensamientos y de miedos no deseados. Son obsesiones que provocan comportamientos repetitivos y que interfieren en las actividades diarias y causan un gran sufrimiento emocional.

Le cuesta mucho identificarlo. Lo explica de la siguiente manera: “Si veo un donut y me entra ansiedad”, entonces sabe que es TOC. Las ideas que le entran en la cabeza es “que soy un gordo, que me voy a morir por obesidad”. Y los sentimientos son “ansiedad, preocupación”. “Son intrusos”, aclara Dani, “no te pones a pensar eso, te aparece en la cabeza como un flash”.

A él le ayuda su espectáculo: “En los hospitales cuando estoy haciendo magia los pensamientos no me vienen”. Reconoce que es “como un mundo paralelo”, como “Narnia”. Asemeja el TOC a "una habitación en la que tienes todos los monstruos en tu cabeza”. Y cuando cruza la puerta del hospital en el que va a hacer magia, “todos esos miedos se van”.

El origen de todo fue cuando tenía “seis o siete años”. Recuerda que antes de irse a dormir, “tenía que contar todas las cosas” que para él “eran importantes”. Por eso, sentía que “tenía que comprobar que no desaparecía”. Todo ello explotó cuando murió un familiar de una larga enfermedad y esos pensamientos se volvieron agresivos. Su cabeza le hacía imaginar insultos contra ese ser querido fallecido. Y tenía que preguntar “compulsivamente” a su madre “si era buena persona”.

Los enfermos mentales son los incomprendidos

A pesar de los esfuerzos por ignorar o deshacerse de los pensamientos o impulsos que le molestan, estos vuelven una y otra vez. A menudo se centran en ciertos temas, por ejemplo, un miedo excesivo a contagiarse de una enfermedad, repasar que todos los objetos de un mueble estén en orden, etcétera.

Todo ello hace que los que padecen TOC se sientan “incomprendidos”, cuenta Dani. Después de darse cuenta del daño que le estaba haciendo el TOC recurrió a ayuda y fue a un centro de la asociación TOC Granada, en la que convivió con otras personas que sufrían lo mismo. “Cuando nos juntan con personas que tienen lo mismo que nosotros, nos cambia el punto de vista”, detalla Dani. Convivir con gente como él le hacía sentirse “muy comprendido”. Además, consiguió controlar parte de sus pensamientos, aunque es algo con lo que tiene que convivir continuamente y sigue combatiendo las nuevas ideas que le surgen en la mente.

Yo no pude cogerlo a tiempo porque no sabía que lo tenía”, confiesa Dani. Como él, eso le ha ocurrido “a mucha gente”. Critica que haya familias que lo pasen por alto porque lo ven “como algo normal”, parte del comportamiento de un niño, chiquilladas. Cuenta que habría tomado medidas, pero no se enteró a tiempo. “Si no, lo hubiera dicho antes”. La importancia de detectarlo, dar el paso y tratarlo. La salud mental es, a veces, invisible.