¿Cómo superar la frustración que nos provocan los atascos?

7 de cada 10 conductores llegan enfadados y nerviosos a sus destinos cuando encuentran un embotellamiento

Gran afluencia de vehículos en la operación retorno vacaciones
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¿Por qué nos volvemos agresivos cuando vamos conduciendo?

Sefi García

Publicado el

5 min lectura

Nos incorporamos poco a poco a la rutina y, en las grandes ciudades, el primer golpe de realidad nos lo da la carretera: atascos, embotellamientos, obras, retrasos... El Tráfico intenso provoca que 7 de cada 10 conductores lleguen enfadados a su puesto de trabajo. 

No hay solución fácil ni rápida para un problema que nos provoca frustración y, por tanto, ira. Solo 1 de cada 5 conductores confiesa no sentir ningún malestar emocional metido en un atasco. El pavor al embotellamiento nos lleva incluso a cancelar planes de ocio. 

Son algunos de los datos recabados por Midas para medir el impacto emocional de conducir en estas circunstancias. Estrés, ansiedad, mayor agresividad… Está bien medir, pero basta moverse (o estar parado) en una ruta colapsada y observar el comportamiento de nuestros compañeros de atasco, o analizarse con sinceridad uno mismo para comprobar el daño que nos hace esta situación.

¿Por qué lo soportamos tan mal?

La psicóloga Ángela Magaz nos explica que la razón está en que “nuestro organismo reacciona para protegernos de algo que puede ser una amenaza, o porque reacciona sin querer al no poder seguir el camino que desea. 

El nerviosismo aparece porque si ya tenemos una base de ansiedad, cuando nos encontramos con una situación que no nos gusta, que no nos permite avanzar en lo que queremos, aparece la frustración. 

Esa base de ansiedad unida a ese suceso que nos provoca la sensación de que no puedo conseguir lo que quiero, nos lleva a tener una respuesta agresiva no intencionada, sin querer, no voluntaria, y los atascos son el marco donde esto ocurre sin ninguna duda”.

¿Y qué puedo hacer?

Podemos tomar la decisión de prepararnos. Cuando sabemos que estamos en una situación de riesgo de atasco, y eso más o menos lo sabemos por las horas, las rutas o cuando empieza el atasco “debemos decirnos ‘no quiero aumentar esta ansiedad y esta agresividad resultado de la ira inevitable ante la frustración’-recomienda la psicóloga- y podemos tomar decisiones como buscar algo que nos distraiga, buscar alternativas si voy a tener problemas por llegar tarde…algo que me permita mantenerme con menos ira y por su puesto sin respuestas agresivas que nos pueden meter en algún lío, dese accidentes a conflictos con otras personas donde corremos riesgos importantes.

 La primera reacción emocional es inevitable, pero podemos modularla “con algo que es exclusivamente humano, la capacidad de tomar decisiones pensando y, por tanto, regulando tanto lo que pensamos como nuestra reacción. Regulando que no es lo mismo que controlando o eliminando, porque las emociones son el resultado del funcionamiento de nuestro sistema nervioso autónomo, con lo cual no vamos a intentar conseguir lo que es imposible, pero sí aquello que es posible y que nos puede venir muy bien, porque llegaremos tarde al destino, pero llegaremos en muchas mejores condiciones, y durante ese atasco seguramente encontraremos soluciones al problema que podamos tener por esa demora. La ira, la agresividad no nos va a llevar a utilizar toda nuestra capacidad para encontrar soluciones”. 

Nacho reconoce que estar en el coche parado le pone muy nervioso. Por eso se aplica el cuento cada mañana. Para no “comerse” el atasco, sale muy temprano. “Antes de las 7 de la mañana, la carretera de valencia va bastante bien” y además se compró una moto para evitar los embotellamientos. Pero ¿hay soluciones para evitar los atascos?

Las grandes ciudades del mundo llevan mucho tiempo implementando medidas para salvar el obstáculo del tráfico, y no solo por nuestra salud mental. En Londres, por ejemplo, han calculado las pérdidas económicas que supone en tiempo en la carretera y han concluido que se pierden seis mil millones de euros al año en horas de trabajo. 

El catedrático de Arquitectura de la Universidad Europea, José Luis Esteban Penelas, señala como soluciones a corto y medio plazo, un transporte público más ágil, que nos permita llegar a nuestro destino prácticamente en el mismo tiempo que utilizando nuestro coche. Caro y prácticamente imposible. También crear autopistas dobles, o bien soterrando una vía o haciéndola aérea. Complicado y con un coste a veces prohibitivo. 

Apunta también a la posibilidad de crear barrios enteros peatonales, descentralizar los servicios en la grandes ciudades o escalonar los horarios por ejemplo de la carga y descarga o de la entrada a los colegios. Hacer un gran pacto de ciudad que modifique las costumbres. De hecho, en la ciudad de Madrid, el Ayuntamiento “ha colocado unas 60 cámaras en distintos puntos de la ciudad controladas por inteligencia artificial, para determinar las horas de mayor colapso circulatorio. Cobrar tasas, impedir la entrada de vehículos que no sean de cero emisiones. En fin, soluciones que o bien conllevan la palabra “prohibición” o bien requieren de muchísimo dinero para desarrollarse. Y encima a largo plazo no son eficaces, porque las ciudades se  vuelven a colapsar si le das más espacio a los vehículo privados.

Los países exploran soluciones casi de ciencia ficción, y ahí entra en juego el grupo de investigación Air lab que lidera José Luis Esteban Penelas en la Universidad Europea. “Si no se cabe en el plano horizontal, porque ya no hay capacidad de asumir más, hay que buscar otra solución que es la tercera dimensión: en altura”, señala el arquitecto.

La ciudad dron

El catedrático de arquitectura y su grupo de investigación -que trabajan en un proyecto financiado por la UE- y que consiste en diseñar un prototipo de plan maestro para concebir las ciudades basadas en calles aéreas de circulación con drones

“Esto va a ocurrir, la tecnología prácticamente está”. Una ciudad dron “nos posibilita liberar el plano horizontal. El suelo, se va a descongestionar muchísimo. De aquí a 20 años, siendo generoso, va a ocurrir”. 

El equipo de José Luis Esteban Penelas se está ocupando de hacer un diseño de estas ciudades libres de atascos y congestión a petición de la Unión Europea, “por ejemplos con parques que están uniendo los edificios a 20 metros de altura, por lo tanto, no hace falta ya llegar a los edificios desde el suelo. Yo creo que esta solución es la única para liberar a las ciudades de los atascos, y tenemos ya a equipos de ingenierías y empresas para dar esta solución”.

Ciudades con grandes avenidas arboladas por donde podremos circular con bicicletas o motos eléctricas, espacios en lo alto de los edificios para “aparcar” nuestras pequeñas aeronaves que serán tan asequibles como un coche eléctrico con capacidad para hasta 4 personas, autopistas trazadas en nuestros cielos, aire limpio... una utopía en la que trabajan muchos países. ¿Lo veremos?

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