El loco del chándal, el violador que volvió a su pueblo para quemar la casa del alcalde: “Me dio una paliza”
La historia de Manuel González no se terminó con su detención hace casi 30 años, sino que volvió a saltar a la fama por un incidente en Almadén de la Plata
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Manuel González González, más conocido como 'el loco del chándal' es uno de los criminales más conocidos de la historia reciente de España por dos historias criminales diferentes: la primera de ellas la que ocurrió entre los años 1992 y 1993 en Barcelona, y por lo que pasó a partir de 2013 en el pueblo sevillano de Almadén de la Plata. Las dos de ellas con un denominador común: una parafilia sádica que enfocaba, principalmente, hacia las mujeres.
Y es que, cuando nació González, su familia residía en la localidad andaluza, antes de que el patriarca decidiese llevarse a los niños a Cataluña en busca de una vida mejor. Manuel, todavía un niño, ya había dado signos de que contaba con un cociente intelectual por debajo de la media: 67. Algo que no le privó de encontrar un trabajo en el sector de las carnicerías, lo que le dio acceso a cuchillos de gran tamaño, así como la capacidad de mejorar su manejo con ellos.
1992, año de asaltos en Barcelona
En los primeros años de la década de los 90 comenzó a correr el rumor en la ciudad condal de que había un hombre aterrorizando a la ciudad: atacaba a mujeres por la noche, vestido con chándal, armado siempre con algo afilado, las asaltaba, las pinchaba y huía rápidamente de la zona. La mayoría de ataques los realizaba en las proximidades del metro y el transporte público, bien entrada la noche, y dejaba su firma en todos ellos: realizaba pequeños cortes en los glúteos de sus víctimas con el mismo arma con el que les amenazaba.
Hasta 16 mujeres denunciaron entre 1992 y 1993 que un hombre de las mismas características les había asaltado para violarlas en la ciudad condal. Una de ellas, Carmen Díaz, tuvo mucha peor suerte que el resto de víctimas. Con 31 años, y saliendo de la estación de Can Buixeres, un hombre en chándal y con un cuchillo la abordó y la agredió sexualmente. No obstante, la mala suerte quiso que, en lugar de que el corte fuera en la nalga, el agresor quiso probar con la pelvis, cortando la arteria iliaca y provocándole una hemorragia que hizo que se desangrase en apenas unos minutos. Trató de manera inútil tambalearse de vuelta al metro para pedir ayudo, pero terminó por desplomarse en el intento.
No obstante, algunos de los transeúntes vieron la escena y, en un pequeño forcejeo con el agresor, consiguieron que perdiera documentos de identidad por el camino. La policía identificó a Manuel González González. En el registro de la vivienda encontraron toda una colección de armas blancas: desde cuchillos de gran tamaño a flechas, navajas, incluso una ballesta y un arco. Los investigadores relacionaron con un asalto en un portal, unos días antes, en los que una joven había quedado inconsciente al recibir una paliza tras negarse a una violación.
Manuel González y la doctrina Parot
Pero reconocer la culpabilidad no entraba en los planes de Manuel González. En todo momento negó cualquier implicación con los asaltos o el asesinato. Hablaba de “montaje policial” para resolver el caso. Según los psiquiatras que le examinaron, el sospechoso sufría una parafilia sádica, o lo que es lo mismo, el placer no se lo producía el acto sexual en sí durante el asalto, sino infringir “un sufrimiento físico o psíquico a la víctima”.
El juicio duró un total de dos años, en los que parte del argumento de la defensa bailó sobre la posibilidad de considerar a González inimputable por el bajo cociente intelectual, que le imposibilitaría para saber lo que estaba haciendo durante los asaltos. Un argumento no sólo descartado, sino que el jurado se inclinó sobre la presunción de que el asaltante planeaba los ataques de manera premeditada.
Así, en grebero de 1995 la Audiencia de Barcelona condenó a Manuel González González a 175 años de prisión por delitos de asesinato con alevosía en grado de frustración y homicidio en grado de tentativa, además de un delito de agresión sexual, otro de hurto y dos de lesiones. Una pena que se redujo en ocho años al poco tiempo bajo recurso de la defensa. Pero la suspensión de la doctrina Parot por parte del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, que obligaba a aplicar la reducción de condena al máximo de prisión en España (30 años), provocó que el 'loco del chándal' de Barcelona saliese de prisión a pesar de los informes psiquiátricos contrarios a ello.
Vuelta a Almadén de la Plata y guerra con el alcalde
González decidió, por su popularidad en el barrio de Bajo Llobregat por sus ataques, marcharse de vuelta con sus hermanos al pueblo sevillano de Almadén de la Plata, donde nació con su familia y de donde se tuvieron que marchar cuando eran jóvenes. Lo que no esperaba era una concentración a las puertas del ayuntamiento del municipio era una masa de vecinos con pancartas en las que puede leerse “Todos unidos contra 'El loco del chándal'”.
Una manifestación que estaba presidida por José Antonio Vidal, alcalde del Partido Popular. “El tema es que este hombre cogió una inquina conmigo muy grande tras la concentración a las puertas del Ayuntamiento, lógicamente a petición del pueblo. Yo, como alcalde, tuve que dar la cara y presidir una concentración para que este hombre no viniera”, explicaba el regidor hace dos años en 'Herrera en COPE'. En la entrevista con el comunicador detallaba que incluso había intercedido para la reinserción social y profesional de González una vez se percató de que se quedaría a residir en el pueblo a pesar de las protestas.
“En aquellos años yo le ofrecí ayuda de trabajo, de psicólogo o psiquiatra, lo que necesitase, porque vi que tenía que tratarlo como a un vecino más. Pero nunca aceptó ni las ayudas ni se acercó a explicarnos que venía a ser un vecino más, que hubiera sido lo inteligente”, lamentaba Vidal a Carlos Herrera. Pero lo cierto es que el condenado por agresión sexual emprendió una guerra personal contra el alcalde de la localidad sevillana que dura varios años.
Dos incendios en Sevilla
“Empieza conmigo, me agrede personalmente él, luego los dos hermanos me dan una paliza, me revientan las puertas de la casa tres veces, me revientan el coche tres veces, y luego con mis hermanas. A mi hermana le hacen lo mismo: pintadas, rotura de cristales...” comentaba Vidal. Y lo más grave es que le metieron fuego a las dos casas, y no las mató porque Dios no quiso. A la primera la frenó la lluvia, y la segunda, que era una casa de madera, tres chavales que volvían de juerga pasaban por allí en el momento justo y salvaron a mi hermana, sino se hubiera quemado. Fue milagroso.
A finales de 2020 Manuel González González fue detenido por los dos incendios y la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla le otorgó la segunda condena de su vida, en esta ocasión a 18 años de cárcel. Finalmente, y hace solo unos meses, el TSJA decidió reducir la peña a 16 años.
“Con ánimo de atentar contra su integridad, (el condenado) roció con gran cantidad de gasolina la puerta, que era de madera en su totalidad y constituía la única vía para entrar o salir de la vivienda, así como las ventanas adyacentes a la misma, también de madera, con persianas de plástico y rejas metálicas que impedían el acceso, procediendo a prender fuego a la sustancia esparcida”, reza la sentencia del Tribunal.