La extraña tradición de los astronautas rusos antes de viajar al espacio que ha perdurado durante sesenta años
La tradición empezó en abril de 1961 a manos del primer ser humano que viajaría al espacio. Su nombre era Yuri Gagarin y aquel año hizo historia
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Era abril del año 1961. Un autobús de color blanco recorría una carretera del sur de Kazajistán, un país escondido entre las grandes potencias mundiales de Rusia y China. ¿Destino? El cosmódromo de Baikonur, la más grande y antigua base espacial del mundo. Dentro de vehículo, un joven de tal solo 27 años consiguió convencer al conductor para que detuviera el autobús.
El muchacho se bajó aprisa y comenzó a orinar en la rueda trasera de derecha. Pensarlo era inconcebible, y si te lo cuentan de esta forma es probable que tampoco puedas imaginarlo, pero aquel chaval estaba a punto de hacer historia. Iba a ser el primer ser humano en viajar al espacio. Sin embargo, los planes de su vejiga ahora también forman parte de su historia.
Su nombre era Yuri Gagarin y se convirtió en el primero en completar una órbita de la Tierra a bordo de la cápsula Vostok 1. Gagarin pasó de ser un joven muchacho desconocido a ser toda una celebridad internacional. También aquel episodio en el autobús.
Por ello, y desde aquel 12 de abril del año 1961, todos los cosmonautas que viajan al espacio quieren imitar la anécdota de Yuri Gagarin. Para muchos de ellos es considerado una especie de ritual, una costumbre con matices sagrados. Otros, sin embargo, prefieren hacerlo por pura superstición o con el fin de no romper la tradición. En cualquier caso, siempre se cumple. Incluso las mujeres suelen hacerlo, pero ellas llevan su propia muestra y la derraman sobre el neumático.
El incidente que obligó a desarrollar nuevos trajes espaciales
Todos recuerdan el episodio protagonizado por Gagarin, pero también es muy recordada la historia de Alan Shepard.
Shepard era el primer estadounidense que iba a viajar el espacio varios meses después del cosmonauta soviético, el 5 de mayo de 1961. Su problema fue que no corrió la suerte de Gagarin.
El estadounidense iba a protagonizar una misión rápido de no más de quince minutos, pero el lanzamiento se atrasó y el equipo al cargo de la misión no había contado con los imprevistos que podían surgir.
“Tengo que hacer pis”, fueron las palabras de Shepard a los controladores antes del despegue. Llevaba horas esperando y no podía contenerse más. La respuesta del equipo fue que se lo hiciera encima porque no quedaba más tiempo. Dicho y hecho. Shepard permaneció quieto, sentado y sin mediar una sola palabra mientras se orinaba encima.
Según rezan los registros de la NASA sobre lo ocurrido aquel día, “la prenda interior de algodón que llevaba puesta la absorbió -refiriéndose a la orina- inmediatamente”. Asimismo aseguran que el traje espacial del estadounidense “estaba totalmente seco para cuando llegó el lanzamiento”.
Aquel extraño y peculiar episodio obligó a la NASA a desarrollar nuevos trajes espaciales con sistemas de contención para que los astronautas pudieran hacer sus necesidades sin llegar al punto al que tuvo que llegar el estadounidense Alan Shepard.
Posteriormente se crearon los transbordadores equipados con inodoros y a día de hoy, los astronautas usan un tipo de pañal de máxima absorción que les permiten no ir al baño durante horas y horas.
Sin embargo, y como un dato curioso, los trajes espaciales rusos aún tienen bragueta. Para no romper con esta extraña pero arraigada tradición.