Michael Fagan: así se coló un joven borracho en el dormitorio de Isabel II para pedir un cigarrillo
Un londinense desempleado y divorciado entró en Buckingham Palace con las intenciones de hablar con la reina Isabel II tras haber estado bebiendo toda la noche
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La reina Isabel II es la monarca británica que más tiempo se ha mantenido como jefa de Estado británica. Desde su nombramiento en el año 1952, la monarca ha reinado durante 70 años y ha presenciado en su mandato siete Papas diferentes, de Pío XII a Francisco; quince primeros ministros de Reino Unido, desde Winston Churchill hasta Liz Truss; catorce presidentes de Estados Unidos, de Harry S. Truman a Joe Biden; ha visto como España pasó de la dictadura franquista a convertirse en una democracia y otros muchos acontecimientos hasta su muerte el 8 de septiembre de 2022.
La monarca británica ha presenciado numerosos sucesos históricos durante su mandato, pero el más sorprendente es sin duda uno que le podría haber pasado a cualquier otro ciudadano, pero que parecía imposible que le sucediese a ella. La residencia habitual de la reina Isabel II es Buckingham Palace, uno de los edificios más seguros del mundo, pero en el año 1982, un intruso consiguió colarse hasta el dormitorio donde duerme la reina sin que la seguridad se percatase. Tal fue la sorpresa ante este suceso, que en la serie de 'The Crown' de Netflix, uno de los capítulos de la temporada 4 relata lo sucedido, aunque con algunos toques de ficción.
Michael Fagan se coló sin ningún plan previo
El intruso fue Michael Fagan, un decorador de interiores desempleado de 33 años y separado. Reino Unido se encontraba bajo una crisis económica con la gestión de la primera ministra Margaret Thatcher y Michael Fagan, frustrado por todos los problemas de su vida, trató de quejarse a las autoridades y ante la negativa de cambio, la madrugada del 9 de julio de 1982 entró borracho en el palacio para hablar con la reina sobre la mala situación del país. El joven londinense trepó por las barandillas de las puertas del Palacio de Buckingham, subió por los tubos de desagüe y entró en el interior del edificio por una ventana mal cerrada de una sala que contenía una colección de sellos de la Familia Real.
Michael Fagan no tenía intención de agredir a la reina, de hecho no tenía ningún plan, lo que llama aún más la atención por la facilidad con la que entró en Buckingham Palace. Tal era su desconocimiento de la situación que el protagonista aseguró que se guiaba por el edificio "siguiendo las imágenes". Una vez dentro, cogió un cenicero para "cortarse las venas en presencia de Su Majestad", pero finalmente no lo hizo, aunque si se corto y deambuló por Buckingham Palace hasta encontrar el dormitorio de la monarca.
Con la mano ensangrentada, Michael Fagan entró en el dormitorio en torno a las 7 de la mañana y mientras la monarca dormía abrió las cortinas. El ruido hizo que la reina Isabel II se despertarse y viese al intruso. A pesar del susto, la monarca trató de no perder los nervios y se limitó a preguntar qué estaba haciendo en su habitación mientras llamaba al servicio y a los agentes. La ayuda tardó en llegar debido al cambio de turno, pero Michael Fagan no trató de hacer ningún daño y se limitó a pedir un cigarrillo. La primera en llegar fue una sirvienta, que al verlo se asustó, pero la reina tranquila le pidió que le diese un cigarrillo a Michael Fagan y tiempo después llegaron los agentes. Sin embargo, el testimonio del propio Michael Fagan es diferentes. El intruso asegura que Isabel II pasó junto a él y salió corriendo de la habitación y que recuerda "sus pequeños pies descalzos corriendo por el suelo".
Lo más sorprendente: ya había entrado en Buckingham un mes antes
Su intención era explicarle a la reina Isabel II lo mal que estaban viviendo la gente de su clase social bajo el mandato de Margaret Thatcher. Lo sorprendente de la historia es que no solo se coló en Buckingham Palace una vez, sino que ya lo hizo un mes antes, el 7 de junio, pero la reina se encontraba fuera del palacio, se bebió una botella de vino y se marchó, pero tampoco fue visto.
A los 10 minutos de las llamadas de la reina, llegó la policía y fue detenido, pero no entró en la cárcel debido a que las leyes de Reino Unido no contemplaban en ese momento el allanamiento de morada como un delito, aunque sí fue ingresado en un centro de salud mental durante seis meses.
Este sorprendente doble suceso hizo saltar las alarmas y se investigó lo sucedido para evitar que algo así pudiese volver a ocurrir. En esta se explicaba que se había producido un fallo de comunicación entre los agentes, ya que uno de ellos habría avisado a la central, pero no se actúo, aunque la principal preocupación fueron las llamadas de la reina Isabel II y que nadie acudiese debido al cambio de turno.