El doctor que pasó de vivir en Vic a luchar contra la desnutrición en Etiopía: "Nacho, tú qué haces aquí"

Ignacio Crisol era médico de familia en un pueblo de Barcelona y se marchó en Etiopía para hacer frente a la desnutrición infantil

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El doctor que pasó de vivir en Vic a luchar contra la desnutrición en Etiopía: "Nacho, tú qué haces aquí"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Era un día normal cuando Nacho decidió cambiar su vida para siempre. “Estaba viviendo en Vic en un ambulatorio de pediatra”, cuando se dio cuenta de que todo lo que estaba haciendo no le llenaba: “Cada día pensaba, 'Nacho tú qué haces aquí'”. Fue entonces cuando cogió sus maletas y se marchó a Barcelona a cumplir su sueño. Se apuntó a un Máster en salud y cooperación y completó sus prácticas en Etiopía. "Dos semanas antes de acabar me dieron la dirección de la clínica y ya no volví". Sus amigos, su familia y su novia estaban en España, pero Nacho se quedó en la clínica materno-infantil 'Let Children Have Health' en Meki, Etiopía.

Su labor al frente de este centro comenzó en abril de 2017. Encabezó el proyecto pero no desatendió la "labor asistencial". Seguía visitando "en consultas externas a todos los niños que venían" y pasaba planta a los niños ingresados.

El día a día sabías cuando empezaba pero no cuando acababa”, explica el doctor. Era un sistema de emergencias en el que entraban alrededor de cien niños con sus madres: “A veces no dábamos a basto, las madres tenían que volver al día siguiente”. Aunque se hacía un triaje para dar atención a los pacientes más graves.

Las principales enfermedades a las que tenían que enfrentarse era la desnutrición infantil y “patologías parecidas a las de aquí” como infecciones respiratorias, de la piel, de los ojos y los oídos. También había algunas afecciones de "parásito locales", especialmente la malaria.

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Sin embargo, todo cambió en 2020, con el estallido de la guerra en la región de Tigray: "No podíamos buscar medicación, ni buscar a los niños a hospitales". Además, detalla que “los precios de los alimentos y de los fármacos subieron muchísimo" o incluso “escasez de alimentos y de cualquier otro bien”. Y aunque el silbido de las balas aún estaba lejos de su hospital en Meki, a casi 500 kilómetros de la región que está en guerra, Nacho estaba alerta: "Teníamos el miedo de que la guerra civil se extendiera al país”.

Este era un peligro que no le habían advertido de joven los anuncios de televisión que le engancharon al mundo de la cooperación. Recuerda cómo aparecían los médicos que ayudaban sobre el terreno: "Yo los veía como héroes”. Y Nacho se decía a sí mismo: "Yo quiero hacer eso”.

Años más tarde, el doctor se ha erigido como ese cooperante que un día soñó ser: “Me siento muy orgulloso de haber participado en todo esto”. Pero es consciente de que hay cosas que no puede cambiar. La crisis social en el país es profunda: "Las familias solo podían comer una vez al día o algunos niños ni comían”. Y las causas son el clima, las cosecha, el aumento de los precios, la guerra o las familias numerosas. Factores en los que no puede actuar Nacho: "Eran más planes gubernamentales del sistema de salud etíope”.

Lo que sí ha dejado como legado es la preparación de los médicos locales: “En teoría nosotros nos tendríamos que ir de allí y que el proyecto lo dirija gente local". Aunque todavía concede que hay que mantener la "supervisión y apoyo" para que siga en pie el proyecto fundado por la Fundación Pablo Horstmann, .

El próximo objetivo está en otro continente. Subirá al avión para ir a la India, que siempre le "ha llamado la atención". Se va junto a la Fundación Vicente Ferrer, a cuyo fundador fue "siguiendo la pista" desde adolescente. Un nuevo proyecto para salvar nuevas vidas.

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