¿Qué debes hacer si tu hijo menor de edad consume pornografía? 9 de cada 10 padres no saben que lo ven
Control parental y, sobre todo, educación afectiva y sexual desde la infancia son los principales elementos para proteger a nuestros hijos
Publicado el - Actualizado
6 min lectura
Casi 2 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 19 años consume pornografía a diario según un estudio de la Fundación Fad Juventud. Otros estudios, como el elaborado por Save The Children, eleva a casi 7 de cada 10 los adolescentes de 13 a 17 años que ven estos contenidos con frecuencia. Sea cual sea la cifra, es una realidad que desconocen 9 de cada 10 padres a pesar de su impacto negativo y del posible daño que causa en los menores. Control parental y, sobre todo, educación afectiva y sexual desde la infancia son los principales elementos para proteger a nuestros hijos.
Marta Suárez pescó a su hijo de 14 años “in fraganti” viendo contenidos pornográficos un día al llegar a casa. Comprobó en el historial de búsquedas que no era la primera vez que accedía a sitios web del mismo tipo y optó por hablar con él.
“Me parece que no están preparados psicologicamente para ver ese contenido tan brutal. Lo que hice fue hablar con él y explicarle que las relaciones no son así y que la parte afectiva es esencial y hacerle ver que en nada esos contenidos reflejaban la realidad”, explica a COPE esta madre quien ese día también decidió prevenir a los padres del resto de los amigos de su hijo de lo que estaba sucediendo para que “cada uno lo gestionase como quisiera”.
La edad de inicio en la pornografía varía en función de los estudios. En tan solo 8 años la sitúan algunas investigaciones como la realizada por la Red Jóvenes en Inclusión y la Universidad de Islas Baleares (UIB). Otros informes el anteriormente citado de “Save The Children” lo elevan a los 12 años y apunta a que el acceso a estos contenidos sexuales aumenta en la adolescencia de forma que casi 7 de cada 10 (el 68,2 por ciento) chavales de entre 13 y 17 años ven pornografía de forma frecuente (lo han hecho en los últimos 30 días) y 9 de cada 10 con su teléfono móvil y en la intimidad lo que dificulta que los padres puedan estar al tanto de lo que sucede.
¿Cómo gestionar en casa esta situación?
Son muchas las páginas y materiales a disposición de los padres sobre como abordar una sospecha o la confirmación de que nuestro hijo ha accedido a páginas porno, unos contenidos que, en un mundo tecnológico, son accesibles, asequibles además de anónimos. Atraen a un número creciente de menores de edad inicialmente de forma accidental al pinchar, por ejemplo, alguna ventana emergente de publicidad digital y después y, ya en la adolescencia, de forma voluntaria en el 85 por ciento de los casos, según el estudio de Save The Children.
Entre quienes ofrecen contenidos para las familias está la Fundación FAD Juventud. Vanessa de la Cruz es psicóloga en esta organización. Considera que la clave y la base para evitar los efectos nocivos que para los menores tiene la pornografía está en la educación afectivo-sexual desde la infancia y adaptada a cada edad, algo que recae sobre todo en las familias y también en el ámbito escolar.
“Si un padre o una madre sabe que su hijo está viendo pornografía debe preguntar directamente que piensan ellos de lo que han visto sin juzgar ni condenar y sin ser alarmista, abordar la situación y generar un clima de confianza y de apertura para responder después a todos los interrogantes que pueda tener el menor. Hay que hablar sin miedo y con naturalidad y transmitir la idea de que la pornografía es violenta, que no muestra las relaciones reales porque en ellas hay afecto y consentimiento y que no muestra relaciones reales. Debemos dejar claro que son actores y es una película. Educarles en relaciones de amor y de respeto hacia el otro es lo más protector, más incluso que instalar un control parental, que también es necesario”, subraya De la Cruz.
José Ramón admite que en su hogar de pornografía directa y explícitamente no han hablado con sus hijos, a pesar de sus sospechas de que sí han llegado a ver de forma esporádica contenidos de este tipo: “es un tema del que los hijos no suelen querer hablar con sus padres y que genera incomodidad y entonces pues se habla menos, pero sí que hemos abordado cómo debe construirse una vida afectiva y sexual sana y les hemos transmitido que las personas no son objetos y que, por tanto, no son de usar y tirar como reflejan muchas veces los contenidos pornográficos, y con eso está todo dicho”.
Pero para el 30 por ciento de los adolescentes la pornografía es el único recurso para aprender sobre sexualidad. A la mayoría le gustaría tener más información pero también más de la mitad afirma que proyecta poner en práctica lo que ha visto, según el estudio de “Save The Children”, que también ha publicado una guía para padres.
“A través de la pornografía pueden aprender relaciones sexuales de riesgo como la violencia, la difusión de contenido íntimo y la cosificación sobre todo de la mujer. No es para nada una buena escuela de sexualidad”, subraya de la Cruz.
Los psicólogos advierten de los daños
Lo que lleva a los jóvenes a acceder a una página web es en muchos casos la curiosidad. Muchos piensan erróneamente que la pornografía les da un aprendizaje para saber cómo tener una relación sexual pero, según explica a COPE Juan Gil, que trabaja como psicólogo experto en adicción a pantallas y pornografía en Dale Una Vuelta, “todo impacto es negativo e incide en las percepciones y expectativas que posteriormente se van a desarrollar”.
No son los únicos problemas que genera el consumo de pornografía por parte de los menores de edad que en algunos casos y en los más pequeños puede ser traumático. Entre los daños potenciales están los psicológicos y emocionales; desinformación, manipulación y construcción de nuevas creencias; el establecimiento de conductas peligrosas o inapropiadas; impacto en su salud física y mental, entre ellos problemas de adicción.
Un problema, el de la adicción o el de la cada vez mayor frecuencia de acceso a los contenidos pornográficos, que explica el hecho de que “hay una situación de placer que activa nuestros centros de recompensa y que produce una desconexión del lóbulo frontal que es el que nos permite distinguir entre lo que es correcto o lo que no lo es. Además, en adolescentes las posibilidades de enganche por la novedad y por el impacto que genera son aún mayores”, subraya Gil.
Prevenir pasa por anticiparse a esa curiosidad e ir hablando y adaptando los mensajes desde la infancia sobre la afectividad y la sexualidad: “que no haya temas tabús en casa porque, de lo contrario, los hijos entenderán que de eso no se puede hablar y buscarán información en otros sitios que no siempre van a ser los más recomendables”.
Marisa, que tiene 3 hijos, habla claramente de afectividad y de sexualidad con sus hijos hasta el punto de que, según explica a COPE, “me consideran muy pesada con este tema y no creo que hayan tenido mucha curiosidad y si la han tenido pues habrán buscado respuestas y quizás yo no me he enterado, eso también es posible, la verdad”.
El 53 por ciento de los jóvenes resuelven sus dudas con los amigos, el 38 por ciento con sus padres y el 32 por ciento buscando en Internet, según el estudio de la Consejería de Igualdad de Baleares y el Instituto Balear de la Mujer.