3ª FERIA DE SAN IGNACIO

Azpeitia cierra su feria con el generoso indulto de un toro de Murteira Grave

Colombo sale a hombros tras indultar al primer toro en la historia de Azpeitia. Oreja para el francés Clemente.

Jesús Enrique Colombo ante 'Almirante', el toro de Murteira Grave indultado en Azpeitia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La clásica feria taurina de San Ignacio, en la localidad guipuzcoana de Azpeitia, se cerró hoy con el generoso indulto de un repetidor e incansable toro de la divisa portuguesa de Murteira -el primero que se registra en los más de cien años de historia de la plaza- y al que el venezolano Jesús Enrique Colombo cortó el rabo por una faena esencialmente populista.

El calificativo de generoso para el perdón de la vida del astado lusitano -que hubiera sido más justamente premiado con una merecida vuelta al ruedo en arrastre- vino dado, especialmente, por el mal comportamiento que tuvo en varas, ya que escarbó y tardeó antes de arrancarse para después salirse huyendo del peto en cuanto sintió el hierro sobre el lomo.

No obstante, "Almirante" -que así se sigue llamando el animal- llegó con mucha fuerza a los dos últimos tercios, tal vez por ese escaso castigo, arrancándose pronto y con gran impulso a todos los cites, ya desde que Colombo le hizo un vistoso quite por zapopinas y le banderilleó con variedad y aparato.

Ante la muleta, el toro mantuvo la misma potencia y la misma transmisión de principio a fin, repitiendo incansable a las tandas de cortos y ligeros pases por ambas manos de Colombo, que en la mayoría de los casos lo citó y lo movió con ventaja tras la pala del pitón, cuando no desde los mismos costillares, sin lograr reducir por ello el brío del encastado animal.

"Almirante" puso, por tanto, el mayor porcentaje de emoción en el bullicioso trasteo, hasta el punto de provocar, ya mediada la larguísima faena, esa petición de indulto a la que la presidencia accedió cuando el venezolano, que estuvo más reposado con el desclasado segundo, aún se dedicaba a pasarlo sin asiento de un lado a otro, para llevarse finalmente un rabo tan exagerado como el propio indulto.

Pero, más allá de la efeméride, lo más importante y meritorio de la tarde lo llevaron a cabo los otros dos espadas de este cartel internacional, con una terna compuesta por un francés, un venezolano y un español para lidiar un encierro de toros portugueses que, salvo el indultado, no acabó de romper y entregarse en los engaños.

Por ejemplo, con el áspero primero y con un quinto que no dejó de soltar cabezazos, Clemente siempre aplicó a su toreo idéntica sinceridad en los cites así como unas precisas pausas y un caro temple que le sirvieron para limar y atemperar la reacia brusquedad de ambos, e incluso para ligarles, por momentos, muletazos de suave y largo trazo, especialmente al natural.

Por eso logró el francés cortarle una oreja de peso al que abrió plaza, al que mató de una estocada de perfecta ejecución, igual que se la pidieron sin la suficiente mayoría de pañuelos de ese cuarto que no acabó de agradecer, con sus constantes tornillazos, el buen trato y el sereno esfuerzo del rubio torero.

Y no menos interés tuvieron las faenas de Jorge Martínez, que desplegó una precisa y paciente sutileza en los vuelos de la muleta para hacérsela seguir a un tercero que no acabó de emplearse por completo y que acabó totalmente desfondado, antes de recibir un fuerte golpe en el brazo izquierdo al entrar a matar, que le hizo entrar en la enfermería con el hombro dislocado.

Salió pronto el murciano al ruedo, y pudo enfrentarse a un sexto más manejable pero que tampoco terminó de ir hasta el final de los embroques. Y ante tal complicación volvió a mostrar Martínez su sobrada firmeza y su sitio para, atacando en corto y con toques más secos, hilvanar tandas muy mandonas y sin perder nunca el pulso aun a pesar de sufrir mediado el trasteo una dura voltereta.

Solo los cuatro pinchazos que necesitó para tumbar al último toro de la feria negaron a Martínez la posibilidad de haber acompañado a hombros al cortejo formado por Colombo, el ganadero Joaquim Grave, el mayoral de la ganadería y el gerente de la comisión taurina azpeitarra, Joxin Iriarte.

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