#SANISIDROCOPE

La disposición de Román entre la decepción ganadera de Joselito

El diestro valenciano dio la única vuelta al ruedo de una tarde decepcionante por el desfondado y flojo juego de los toros de El Tajo y La Reina.

Manoletina de Román a su primer toro, en el que dio la única vuelta al ruedo del festejo en Las Ventas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La primavera loca de Madrid nos trajo este viernes un fresco inesperado. La bajada de temperatura no influyó en la entrada de este cuarto festejo isidril. Algo mejor que la ocupación del jueves, pero lejos aún de poder decir que la plaza rozó el lleno.

También se quedó lejos de debutar con éxito Joselito como ganadero en San Isidro. Del  sexteto inicial solo se lidiaron los toros con el hierro de El Tajo. Los dos de La Reina fueron devueltos. Un conjunto blando y de escaso fondo, con toros que se paraban rápidamente. Sin vida. 

Embistió con bríos el primero de El Tajo. Un torazo de 606 kilos, alto de cruz y zancudo. Se desplazó y permitió a Joselito Adame salirse hasta los medios meciendo el capote en el saludo capotero a la verónica. Blandeó el de Joselito cuando empujó en el caballo. El toro tuvo muy poca correa, parándose al poco de iniciar la faena. Nulas las posibilidades del azteca ante un animal tan ayuno de casta. Un metisaca en los sótanos y una estocada un piso más abajo tumbaron al toro.

Más estrecho de sienes y corto de manos salió el segundo. Otro toro de amplia anatomía pero con mejores hechuras que el anterior. Una pena que cuando acudía al primer capotazo de Román perdiese pié y la coordinación de movimientos. Fue sustituído por un sobrero de Torrealta feote de hechuras que embistió a saltos al engaño del valenciano. Le quiso dar metros y distancia en el inicio de la faena. Pero el animal no estaba para eso aunque uno traiga esa idea pensada desde el hotel. Y éste de Torrealta no era toro para eso pese a la insistencia del diestro. Cuando llegaba a su jurisdicción y se le acabala la inercia de la arrancada, se defendía por arriba. Otra tanda a punto estuvo de acabar mal con varios derrotes a la hombrera. Cuando predominó la cabeza y redujo distancias, el toreo fluyó más ligado. No así la entrega del toro, que seguía con la cara a la altura de la troposfera. Las manoletinas finales tuvieron su ajuste y emoción. La estocada en la suerte de recibir, desprendida de colocación, elevó la intensidad en los tendidos, que pidieron la oreja de forma mayoritaria. El palco se mostró duro a la hora de aplicar el reglamento. De aquellos lodos de la tarde de San Isidro... Román dio una vuelta al ruedo como premio a su entrega.

De amplia cuna y vareada anatomía fue el primero del lote de Álvaro Lorenzo, otro toro de Joselito con el hierro de La Reina flojo de remos. Tan cogido con alfileres estaba que un inoportuno quite por chicuelinas de Adame lo derrumbó definitivamente. Otro vez el pañuelo verde asomando por el palco presidencial. El segundo sobrero preparado lució la divisa de Montealto, de regordías hechuras al que se le castigó poco en varas y que embistió sin clase alguna a la muleta del toledano. Los gañafones, a la altura del cuello. Y la faena, intrascendente de principio a fin. 

Con el cuarto volvimos al hierro titular pero sin mejorar lo anterior. El de El Tajo fue otro toro que no pudo ni con la penca del rabo. Su embestir mortecino, su nula fortaleza, mermaron cualquier esperanza en el mayor de los Adame, que consumió su único cartucho en esta feria entre la indiferencia de los tendidos, que solo reaccionaron cuando volvió a firmar un bajonazo infame para despenar al toro.

El quinto hizo concebir alguna esperanza en los primeros tercios por su movilidad. Amplio de cuna y ancho de sienes, el toro se desplazó con cierta codicia siguiendo los engaños de la cuadrilla de Román. Pero fue todo un espejismo. La nada después. Sin fondo, se paró cuando el valenciano se metió en faena con él. 

A la salida del sexto se había producido una desbandada generalizada en tendidos, gradas y andanadas. El frío apretaba y la tarde no tenía visos de remontada ya a esas alturas. Los que se fueron se perdieron el notable saludo a la verónica que firmó Álvaro Lorenzo. Jugando los brazos con armonía, ganando pasos hacia los medios y rematando con una ceñida media casi en el centro del platillo. Como ya es habitual, el tercio de varas fue un simulacro. Dos picotazos que ni hicieron sangrar al toro. El astado mantuvo su buen son y bondad en el inicio de faena. Lorenzo jugó perfectamente con las distancias y acertó con la tecla del temple en las dos primeras tandas. Se presentía la remontada. Pero después llegaron los desajustes, el toro tropezó en demasía la muleta y todo se enredó aún más cuando el toledano cogió la zurda. Volvió a la diestra en la distancia corta. Pero el de El Tajo ya había bajado el telón. 

Madrid, viernes 17 de mayo de 2019. 4ª de Feria. Dos tercios de plaza.

Cuatro toros de

, bien presentados aunque de desiguales hechuras. Blando y parado el primero; manejable pero soso y blando el cuarto; un quinto sin fondo; noble y enclasado mientras duró el sexto. Un sobrero de 

 (3º bis), manejable aunque sin entrega ni humillacíon. Otro sobrero de 

 (3º bis), a la defensiva.

Joselito Adame, silencio y silencio.

Román, vuelta tras aviso y silencio tras aviso.

Álvaro Lorenzo, silencio y silencio tras leve petición.

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