9ª FERIA DE ABRIL
Emilio de Justo corta una oreja, en tarde plomiza, al mejor lote de "garcigrandes"
El extremeño cortó una solitaria oreja tras una faena basada en el pitón izquierdo. Vuelta al ruedo para Ginés Marín en el ruedo.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El diestro extremeño Emilio de Justo, al que cupo en suerte el único lote de toros con opciones, cortó una solitaria oreja a lo largo de una tarde plomiza y marcada por la falta de raza de la mayoría de los astados de Garcigrande lidiados hoy en la feria de Sevilla.
Tal vez por el denso calor que azotaba los tendidos a la hora del paseíllo, o por el menor atractivo del cartel, la corrida ya comenzó con un ritmo apagado al que, turno por turno, fue sumándose la falta de raza y de chispa de los astados de la divisa salmantina, con la excepción, como dos islotes en un mar de rutina, de los que formaron el lote del torero de Cáceres.
Si la lidia del primero de Cayetano se había vivido entre un plano silencio, a pesar de que el torero dinástico resolvió con dignidad ante un astado rebrincado al que mató con guapeza, aún tardó en remontar el ambiente hasta muy mediado del trasteo de De Justo con el segundo, un anovillado ejemplar que apuntó cierta clase en los primeros tercios.
El extremeño no acabó de cogerle el ritmo hasta esa cuarta tanda de muletazos, cuando trocó cierta ligereza y brusquedad de muñecas por asentarse y esperar al animal con los vuelos, haciendo que se viera por fin la verdadera condición de este "Azafrán" que, como la faena, fue yendo a más entrega, en recíproca correspondencia con la de su matador, que fue así como cortó ese único trofeo.
Y aún pudo, y debió, llevarse otro más del quinto, un castaño aleonado de hechuras que tuvo la viveza y la transmisión que les faltó a sus hermanos, pero también ciertas dificultades, como ceñirse por el pitón izquierdo, que De Justo, pese a su empeño, no terminó de resolver en un trasteo de altibajos y cuya cima fueron las dos últimas tandas de derechazos, cuando con temple dejó ver de nuevo el fondo del toro, aun venido a menos.
El resto de la tarde tuvo menos historia y trascendencia, en tanto que un breve Cayetano no dejó que se vieran sus dudas con un cuarto afligido y rebrincado, mientras el que no dudó fue Ginés Marín con un tercero que parecía tener un defecto de visión y que se desfondó demasiado pronto.
Fue así como Marín tuvo que ponerlo todo con un sexto de larga viga que acusó aún mas su mansedumbre con una mala brega, pero al que el otro extremeño de cartel acosó con paciencia no solo para que el toro no consiguiera su propósito de rajarse sino también para ligarle unos cuantos muletazos fibrosos que le valieron una vuelta al ruedo que pocos pidieron.