Firmeza sin recompensa de Juli y Garrido

Defraudó la corrida de Domingo Hernández y Garcigrande. Un encierro pasado de romana, de escasa seriedad por delante en algunos ejemplares y que no tuvo el fondo esperado. Sólo el exigente tercero y el cuarto, que se vino pronto abajo, dejaron algún resquicio para el toreo. Demasiado poco, como el público que congregaron en Bilbao dos figuras como El Juli y Talavante.

El Juli no tuvo suerte con el primer toro de Garcigrande que enlotó para abrir tarde. Un animal que pareció desplazarse en los primeros tercios pero que echó pronto el freno de mano al llegar a la muleta. Labor firme del madrileño, intentando hacer romper hacia adelante al toro de la divisa charra. Esfuerzo sin recompensa para Julián que pasaportó a su oponente de un feo espadazo trasero y caído.

Al cuarto le costó atravesar la puerta de chiqueros. Éste fue un animal serio y bien hecho que tuvo comportamiento de bravo en los dos puyazos que tomó. Lo brindó al público El Juli, que aprovechó la clase y la humillación del animal para levantar un trasteo de intensidad decreciente al ir apagándose poco a poco el de Domingo Hernández. Mientras duró, el madrileño toreó asentado y mandón, especialmente a derechas. Después, con el toro a menos, intentó que la intensidad no decayese metiéndose entre los pitones para aprovechar los medios viajes que ya dejaba el toro. Pero el borrón de la espada y el descabello dejaron el marcador de El Juli a cero.

El primero del lote de Alejandro Talavante fue un animal feote de hechuras. Alto, casi sin cuello y de escasa cara. Un animal que no tuvo ninguna fijeza de salida ni en el tercio de varas. El inicio de faena fue fundamental para hacer romper al toro, que embistió ahí de forma rebrincada. Relajada la planta y con la suavidad como arma, el extremeño ahormó la embestida del toro para firmar una nueva tanda a derechas de gran expresión. Después, al de Domingo Hernández le costó seguir con el mismo son y humillar. Aprovechaba Alejandro la inercia de los primeros viajes del toro, pero cuando éste tenía que poner de su parte, aquello bajaba. La espada desprendida y la ovación final como reconocimiento.

Brindó Talavante la faena del quinto. Algo vería el torero. Sin embargo, pronto se dio cuenta que el animal no iba a ser buen colaborador, por lo que abrevió. El público pitó la decisión.

El tercero del hierro de Domingo Hernández fue un buen toro que siempre quiso caballo y después embistió con franqueza y humillación. José Garrido se dobló con él de forma muy torera en el prólogo del trasteo. Hubo limpieza en el trazo y ligazón en las series. Pero sobró un punto de envaramiento en las formas del extremeño y haberse ajustado algo más a la embestida del toro. Ello hizo que aquello no terminase de romper y de llegar al tendido. Un par de tandas en redondo exigiendo muy por abajo al toro fueron las más completas. Un pinchazo antes del espadazo en la suerte de recibir dejaron todo en una ovación.

Dos faroles de rodillas fueron el saludo capotero de Garrido al grandón sexto, con más kilos que pitones. El toro dio un gran susto al subalterno Manuel Larios al irse directo al pecho y después buscarle en el suelo. No se entregó nunca el de Domingo Hernández, por lo que el torero tiró de nuevo de firmeza y de provocarle en la media distancia. No hubo continuidad por la falta de ritmo en las embestidas del toro.

Bilbao (Vizcaya), jueves 24 de agosto de 2017. 6ª de Feria. Dos tercios de plaza.

Cinco toros de 

 y uno de 

 (1º), muy desiguales de presentación, hechuras y comportamientos. Conjunto más pesador que encastado. Destacaron el exigente tercero y el bravo cuarto hasta que duró. El resto, manejables pero afligidos y a menos.

El Juli, silencio y saludos tras aviso.

Alejandro Talavante, saludos y pitos.

José Garrido, saludos y silencio.

Parte médico del subalterno Manuel Larios: "Herida contusa en labio inferior, varetazo en región lumbar y erosión superficial en mejilla izquierda"