4ª FERIA DE SAN JULIÁN

El Juli y Emilio de Justo abren la última puerta de la feria de Cuenca

El Juli, que cortó dos orejas, y Emilio de Justo, que hizo pleno de cuatro, salen a hombros. Roca Rey paseó un trofeo.

Emilio de Justo y El Juli en su salida a hombros este miércoles de la plaza de Cuenca

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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No se comió a nadie la entipada corrida de Rehuelga que puso broche a la feria de Cuenca. Mas bien al contrario. A excepción del sexto, más complejo, los ejemplares santacolomeños brindaron embestidas pastueñas, nobles y sosas, que dificultaron la consecución de la emoción. Aún así, tanto El Juli como Emilio de Justo consiguieron salir a hombros.

La faena de El Juli al muy blando primero tuvo el mérito de mantenerlo en pie en el último tercio, después de que en los dos primeros rodara por la arena varias veces y a punto estuviera de ser devuelto. No fue así, pero brillantez no hubo. Además, el madrileño dejó una de sus reprochables habituales estocadas, de mala ejecución y colocación.

El Juli se despidió de Cuenca con una actuación de escaso relieve en el cuarto. El de Rehuelga fue tras las telas con la cara a media altura sin excesiva emoción, por lo que Julián tiró de veloces chicuelinas, molinetes, sonrisas y derechazos y naturales de escaso ajuste. Es decir, hizo un esfuercito por agradar, consiguiéndolo. Tanto que le fueron otorgadas dos orejas.

El nobilísimo segundo empujó en el peto y embistió con clase aunque falto de vibración a las telas de Emilio de Justo. Tampoco le sobraba fuelle, por lo que el extremeño compuso un trasteo correcto en lo técnico, dando un tiempecito al de Rehuelga entre pase y pase para que no se descompusiera, pero restando emoción a su quehacer.

Solo en la última tanda por el pitón derecho se decidió a ligar y a apretar al toro. Y toro y público respondieron. Sin embargo la faena fue larga y había que matar, escuchando un aviso antes de entrar a herir. La certera estocada le sirvió la puerta grande.

En la faena de Emilio de Justo al bonancible quinto hubo de todo. Cuando lo condujo a cámara lenta, que lo hizo a veces, el público rugió; también cuando se la dejó en la cara y venció la tendencia del de Rehuelga a aburrirse antes de tiempo. No obstante también se dieron fases más mecánicas y de escaso mensaje.

Terminó doblándose garbosamente con el manejable ejemplar cárdeno -igual fórmula a la empleada en el inicio de faena- y lo dejó para las mulillas con tino, repitiendo el paseo del doble trofeo.

El tercero fue mirón y dócil. Tenía buen embroque pero salía con la cara alta, desluciendo el conjunto. Esa circunstancia dificultó que lo realizado por Roca Rey calara en los tendidos, si bien el peruano cortó un trofeo por su desparpajo y por una estocada de aceptable colocación, aunque saliéndose de la suerte.

Siete derechazos y dos de pecho tuvo que dar Roca Rey en la última tanda para escuchar una ovación de cierta fuerza en el que cerró plaza, un toro incómodo que reponía frente al que el peruano no estuvo a gusto, perdiendo un posible trofeo al fallar al primer intento con la espada.

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