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Pocas combinaciones podían despertar mayor interés que la compuesta para la tradicional corrida del Corpus de Toledo. Cuatro toreros, cuatro, con méritos acumulados durante sus ya dilatadas trayectorias profesionales.
Son en el caso de Morante y El Juli, consolidada -o a punto de hacerlo definitivamente- la de Talavante, y uno de los toreros emergentes más prometedores, Álvaro Lorenzo, que se entretuvo en cortar tres orejas en Las Ventas el Domingo de Resurrección y que, para más señas, es toledano.
Y toros, a priori, de garantías como los de Garcigrande/Domingo Hernández. Sin embargo los astados salmantinos no derrocharon la entrega ni tuvieron el fuelle necesario para dotar al festejo del éxito que cabía prever.
Pero si los de Garcigrande/Domingo Hernández cumplieron sin más en el mejor de los casos, el benjamín de los actuantes, Álvaro Lorenzo, derrochó ganas y, por momentos, magnifico toreo, en una tarde de gran compromiso, pues los triunfos, aunque sean en Madrid, en el caso de toreros como Lorenzo, hay que refrendarlos a diario igualmente. Y más si te las ves con figuras.
Ya el recibo de capote a su primero fue un aviso a navegantes, llevando a su oponente largo, templado, con estética, y rematando en los medios. El inicio de la faena de muleta, de rodillas, puso a la plaza en pie.
No obstante el trasteo decayó levemente por la condición tarda del de Garcigrande. Sin embargo de nuevo el diapasón subió en un trepidante epílogo, con el toledano clavado en la arena como un poste y haciendo girar a su alrededor al de negro. Más de media algo desprendida cobrada al primer intento le granjeó el doble trofeo.
El soso octavo despertó ligeramente en el último tercio, propiciando una faena de trazo largo, algo perfilera, bien rematada con la espada al primer intento.
Saldó el compromiso con éxito Lorenzo. Y no era fácil. Aún así, cabe señalar que el día que no esconda tanto la pierna contraria sus faenas cobrarán una profundidad de la que ahora carecen.
Talavante pinchó una primera faena de compostura en la que cabe destacar dos tandas al natural en los medios; una de ellas cerrada mirando al tendido. El precioso tercero se vino a menos y Talavante, que siempre le dio el pecho en los cites, no prolongó su labor, mal rematada con los aceros.
Jugó su flexible cintura ante el séptimo, sobre todo al natural, apretando al de Domingo Hernández mientras duró, que no fue demasiado. Esta vez sí rubricó su quehacer a la primera con acierto.
Al Juli el año pasado le negaron muy injustamente la segunda oreja en uno de sus toros en esta misma plaza, y hoy se la regalaron sin sentido alguno en el quinto de la tarde. Su labor, de pundonor y amor propio por no irse de vacío, bien podría haber sido premiada en singular, y nada habría pasado.
Poco hay que contar de lo ocurrido en el mansito segundo, un toro que derrochó gran calidad en los primeros tercios pero que se desfondó muy pronto. Tan solo citar el enrazado quite por cordobinas del madrileño.
Morante quiso en su primero. Únicamente. Anduvo con gracia en una faena más bonita que profunda, con varios cambios de manos de enjundia, con muletazos cortos de trazo y largos de torería. Se le pidieron las dos orejas. Se le concedió una, que recibió con una gran sonrisa, aunque no la paseó en vuelta al ruedo.
Frente a su segundo anduvo perfilero y fuera de cacho. El toro no es que fuera un dechado de virtudes, pero se tragó una serie ligada por el derecho, aunque fue casi dando el zapatillazo. Y Morante no es de ese palo, ¿verdad? El toreo tampoco demasiado.
Toledo, jueves 31 de mayo de 2018. Casi lleno.
Toros de
, de correcta presencia. Justos de casta y entrega en sus embestidas. Resultaron mejores primero, cuarto, séptimo y octavo en menor medida.
José Antonio "Morante de la Puebla", oreja tras aviso y ovación.
Julián López "El Juli", palmas y dos orejas.
Alejandro Talavante, silencio y dos orejas.
Álvaro Lorenzo, dos orejas y oreja.