SANTANDER
Más orejas que toreo en la triunfal alternativa de Manuel Diosleguarde
La Feria de Santander comenzó este sábado con un festejo en el que Manuel Diosleguarde salió a hombros en la tarde de su alternativa.
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De blanco y oro. Como la ocasión lo merecía. Manuel Diosleguarde se convertía este sábado en matador de toros en el primer festejo de la Feria de Santiago. Precioso el terno, mas no la entrada que reunió el coso de Cuatro Caminos. Algo más de media entrada, dos tercios, para uno de los carteles fuertes del ciclo santanderino. Tres orejas se pasaron. Dos por el toricantano y otra su padrino, Alejandro Talavante. Tres orejas que cayeron por la contundencia con los aceros más que por el toreo puesto en escena.
No fue un dechado de bravura el toro que sirvió para la ceremonia de alternativa del joven salmantino. No quiso caballo y apretó para los adentros en banderillas. Tras la ceremonia, los ayudados iniciales de Diosleguarde para fijar la huidiza condición del toro, que a punto estuvo de llevárselo por delante al meterse por dentro. Bravucón el de Torrealta y firme y dispuesto el torero en las primeras tandas por el pitón derecho. En la tercera tanda ya comenzó a faltarle el fuelle al toro. Hubo que tirar mucho de él a izquierdas, ya más cerrado entre las dos rayas del tercio. La faena, como el toro, fue a menos. Pinchó antes de agarrar un estoconazo en toda la yema de la que salió el toro rodado. Los pañuelos de los paisanos ayudaron para que la petición cuajase en mayoritaria y la oreja cayese desde el palco presidencial.
El sexto fue un animal muy vareado de carnes al que Diosleguarde le sopló un enfibrado saludo a la verónica. El astado estaba cogido con alfileres y no ayudó un inicio de faena rodilla en tierra de la que salió perdiendo las manos en un par de ocasiones. El torero charro volvió a mostrarse con ambición y raza. Variado en las suertes y sabiendo tocar los resortes necesarios para llegar al tendido ante la escasa entidad y juego de su oponente. Una tanda a derechas mediado el trasteo fue la más rotunda. Mano baja y mando antes de un cambio de mano que ligó al de pecho. Ahí comenzó a materializarse la puerta grande de Diosleguarde. Después llegó otra al natural con las mismas armas. Empuñó la espada pero ésta hizo guardia. Una casi entera dio paso a la oreja que necesitaba para la salida a hombros.
Casi no se castigó en varas al primer toro del lote de Talavante, que quiso lucirse en un quité en el que alternó saltilleras y tafalleras. Hubo más intención que resolución. Y un inicio explosivo de rodillas que sin embargo casi no tuvo eco en los tendidos. Solo en los dos últimos muletazos genuflexos, y gracias a los tendidos de sol, rompió la ovación. Se dejaba el de Torrealta, pero no con clase ni emoción en sus viajes. Después, de nuevo Siberia cuando el extremeño siguió abundando en el trasteo. Ni el toro transmitía ni Talavante le ponía sal al guiso. Ni a izquierdas primero ni a derechas después. Lo mejor, el volapié marcando los tiempos con el que pasaportó de forma precisa al animal, lo que precipitó una petición de oreja que fue pedida y concedida de forma generosa. Hasta se llegó a pedir una segunda de forma inverosímil.
El melocotón que hizo cuarto sacó una embestida informal y poco entregada en el tercio de muleta. A Talavante se le vio querer hacer el esfuerzo, pero se le sigue sin ver redondo por ningún lado. Siempre tenso, brusco en los toques y excesivo en los gestos. Llevamos media temporada y aún no hemos visto al torero prepandémico. La estocada se le fue al rincón
El tercero, primero del lote de Pablo Aguado, fue uno de esos toros que llaman a contraestilo. El jabonero, con más kilos que trapío, embistió con fuerza, pero escasa clase de principio. Después, cuando comenzó a faltar la gasolina, lo hizo rebrincado y calamocheando en exceso. El sevillano puso voluntad, pero aquello no terminó de fluir. Un pinchazo y una estocada caída dejaron todo en silencio.
La faena al quinto discurrió por los mismos derroteros que la anterior. El melocotón de Torrealta embistió a pechazos, sin continuidad ni celo. Aguado buscó justificarse en una faena larga e insustancial. Solo un final arrebatado levantó cierto clamo en los tendidos de sol. Se atascó con la espada y fue silenciado de nuevo.
Santander, sábado 23 de julio de 2022. 1ª de Feria. Dos tercios de plaza.
Toros de Torrealta, bien presentados aunque de desiguales hechuras y remates. Conjunto sin casta ni clase en sus embestidas. Manejables primero y sexto.
Alejandro Talavante, oreja y saludos.
Pablo Aguado, silencio tras aviso y silencio tras aviso.
Manuel Diosleguarde, que tomaba la alternativa, oreja y oreja.