14ª SAN ISIDRO
Otra tarde de lleno en los tendidos y decepción ganadera en Las Ventas
Digna confirmación de Christian Parejo, espesa tarde de Castella y Luque ante un corrida desfondada de La Ventana del Puerto.
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Ni la del Puerto, ni la de La Ventana... el paso de la familia que encabeza Lorenzo Fraile por este San Isidro ha sido todo un fracaso. Para este domingo estaba anunciado el debut de los 'domecqs' de La Ventana del Puerto con corrida completa en el abono madrileño. Un debut que no quedará para el recuerdo de estos ganaderos salmantinos ni en el de los aficionados que volvieron a llenar una tarde más los tendidos de la Feria de San Isidro. Tampoco la terna tuvo las ideas muy claras, especialmente los más veteranos, que se espesaron en actuaciones tan planas como intrascendentes.
El mejor parado de la terna resultó el confirmante Christian Parejo, que dejó muy buenas sensaciones con una actuación firme y convincente más allá del resultado de la reseña.
El torero gaditano, criado taurinamente en Francia, lidió como toro de la ceremonia a un castaño muy en la línea 'aldeanueva' de La Ventana, un animal que tomó con buen aire los engaños por el pitón izquierdo aunque Christian apostó de inicio por el derecho. Fueron tres tantas por este pitón templadas y de buen aire. Aunque cuando tomó la zurda, el toro ya había echado la persiana. Dejó una estocada atravesada que necesitó de un golpe de verduguillo antes de saludar una ovación.
Tuvo que esperar al sexto para lidiar a su segundo toro. El de La Ventana se dejó pero de forma sosa. Alargó en demasía el trasteo en la búsqueda de un lucimiento, que a esa hora de la tarde, ya se antojaba arto complicado. Aguantó varias coladas cuando se toreaba al natural pero fue silenciado.
Sebastián Castella sumó su segundo paseíllo en esta feria y volvió a firmar una actuación espesa con faenas kilométricas sin ningún sentido. Su primero le permitió correr la mano con temple por el pitón izquierdo en la primera mitad del trasteo. Pero después, cuando el toro dijo que nones, el galo alargó sin motivo la faena, lo que encrespó al personal.
El cuarto fue un remiendo de El Puerto de San Lorenzo, muy en la línea 'atanasia' del hierro charro. Tras mostrar buenas cualidades en los primeros tercios, cuando llegó al de muleta comenzó a dolerse de una mano. El toro embistió sin estilo ni clase y de nuevo volvió a mostrar su versión más machacona y funcionarial.
Daniel Luque lidió como primero de su lote un toro que empujó con fijeza y riñones en los dos puyazos que recibió, donde se desgastó en demasía. No se entendió el inicio de faena y las primeras tandas muy exigentes del sevillano, por lo que el toro comenzó a afligirse y a pararse.
El quinto, con su punto de mansedumbre, sacó nobleza y clase y dejó a Luque ligar un puñado de muletazos templados y empacados por el pitón derecho. Dos por tanda, ya que al tercero el toro tendía siempre a salirse suelto. No se conjunto nada y en ambos toros fue silenciado.