SEVILLA
Pablo Aguado lo bordó al natural y Marco Pérez eclipsó a Sevilla
Aguado, que cortó dos orejas, triunfador del exitoso festival del Gran Poder. Marco Pérez cortó un rabo y lo sacaron a hombros por la Puerta del Príncipe.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Finalizaron los toros en Sevilla con la plaza llena, engalanada para la ocasión y con un único objetivo a conseguir: llenar también la bolsa de caridad para las múltiples obras sociales y asistenciales de la Hermandad del Gran Poder. Gente generosa y ávida de toreo ocuparon la totalidad de los tendidos en excepcional ambiente y predispuesta a gozar de la tarde. Todo un éxito de público en un triunfal cierre de temporada en la Maestranza.
A Diego Urdiales, le bastaron escasos detalles al natural con el inválido toro de Espartaco para darse cuenta que con él todo es distinto. Lo poco que pudo hacer lo hizo despacio, quedando todo inconcluso. Tras la estocada le obligaron a saludar.
José María Manzanares toreó templado al buen toro de Daniel Ruiz. Lo hizo en los lances a la verónica, y se mostró atemperado, fluido y, a veces, susurrante en el toreo diestro. Una lidia con la que llegó a una gente que gozó con el natural. Un toreo de izquierda que fue toda una declaración de intenciones. Pinchó antes de hundir el estoque paseando después el apéndice concedido.
Serio, riguroso y templado se mostró Daniel Luque con el noble, aunque rajado, toro de Victoriano del Río, resolviendo con frescura una lidia en la que dejó muletazos de una profundidad y calidad extrema. El sevillano toreó a placer con el capote y con la mano derecha. Hilvanó muletazos extraordinarios perfectamente rematados con los de pecho, pero el animal se paró y no hubo más. Tras pinchazo hondo fue ovacionado.
Juan Ortega se mostró inspirado en los lances de recibo a la verónica, después poco pudo exponer de su toreo con un toro feo de hechuras, manso y a la defensiva, de Domingo Hernández. Lo intentó con ambas manos, pero no hubo forma de desarrollar ese toreo que tanto gusta. Mató de estocada y saludó una ovación.
Pablo Aguado toreó tan despacio al buen toro de Talavante que pareció congelarse el tiempo por momentos. Fue un toreo tan templado que fascinó a una gente entregada a la causa. El inspirado natural alcanzó plenitud en una faena más de izquierda que de derecha. Maravilló su lidia, con la que puso de relieve su sentido del temple, la elegancia del trazo y la inspirada ligazón. Los toreros detalles por bajo y el toreo de trinchera le dieron continuidad a una obra medida y de enorme calidad. Pese a pinchar paseó las dos orejas.
El buen gusto se mostró con perfección infrecuente en la faena de Diego Bastos al soso novillo de Núñez de Tarifa. Una faena emotiva sólo en el prólogo debido a la nula acometividad de un animal tan noble como escaso de fuerzas. Un intento final con el utrero prácticamente parado calentó a un público que tras ver tumbar al novillo de estocada le pidió la oreja que el palco concedió.
Marco Pérez tiene la chispa del arte. La gracia que se ha perdido en una improrrogable etapa de lidias mecánicas donde se amontonan los pases y falta el toreo. Este niño torero, que ya no es tan niño, lo interpreta lentamente dulce, convirtiendo en naturalidad lo que requiere técnica y precisión. Su toreo es transparente y elegante, y con él eclipsó a toda una plaza, apasionada y entregada, desde que recibió al eral a portagayola hasta que lo finiquitó de estocada en una ejemplar “clase práctica” tras finalizar el festejo. Detalles de un concepto con los que se le intuye la condición de torero que puede ser. Verlo torear ha sido una gozada para una gente que entró en la lidia de inmediato. Lo hecho a un buen añojo adelantado de Jandilla fue faena en toda regla. Es decir: lo cuajó. Metió la espada hasta la empuñadura, la plaza se tiñó de blanco, y con las dos orejas y el rabo salió en volandas por la Puerta del Príncipe.
Finalizó la programación de toros en la Maestranza. Una interesante temporada de triunfos cantados por encima de todo. Resurrección ya está ahí.
Sevilla, miércoles 12 de octubre. Festival a beneficio de la Bolsa de Caridad de la Hermandad del Gran Poder. Lleno de 'No hay billetes'
Astados, por este orden, de: Juan Antonio Ruiz Román, Daniel Ruiz, Victoriano del Río, Domingo Hernández, Alejandro Talavante y Núñez de Tarifa, de juego desigual. En la clase práctica se lidió un manejable añojo de Jandilla.
Diego Urdiales, saludos.
José María Manzanares, oreja.
Daniel Luque, saludos.
Juan Ortega, saludos.
Pablo Aguado, dos orejas.
El novillero con picadores Diego Bastos, oreja.
El becerrista Marco Pérez, dos orejas y rabo.