4ª FERIA DE COLOMBINAS

Roca Rey, con cuatro orejas, coge velocidad de crucero en Huelva

El peruano abre la puerta grande en una tarde en la que Talavante y Juan Ortega pasean un trofeo en tono menor.

Andrés Roca Rey en su salida a hombros este sábado en Huelva

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Tras los atragantones de la primavera sin réditos ni triunfos rotundos, la temporada de Roca Rey ha cogido velocidad de crucero. Sus últimas tardes en Santander la pasada semana y hoy en Huelva así lo atestiguan. La regularidad que caracteriza a las primeras figuras. Sin terminar de apretar el acelerador más de lo necesario, y con una corrida a modo de Juan Pedro Domecq, el peruano ha sacado dos cabezas a sus compañeros de terna y ha salido a hombros conquistando al entregado público que ha llenado el coso de La Merced a su reclamo.

Abrió plaza un “juampedro” que salió sin decir nada pero que despertó en banderillas. Rompió a embestir con chispa y exigencia ante un Alejandro Talavante que se fue desinflando según transcurrió el trasteo. Tras un inicio prometedor, todo fueron toques a destiempo y brusquedades. No se conjuntó nada y, además, con los aceros estuvo desacertado.

El cuarto fue ese toro medio de plaza de segunda manejable, con su calidad a cuestas pero al que le faltaron dosis de chispa y motor. Talavante estuvo fácil con él, demasiado fácil y ligero, sin terminar de apretarse de verdad y de traspasar la frontera de lo políticamente correcto. Tras una estocada casi entera, el extremeño optó por no utilizar el descabello, ralentizando la muerte del toro. La oreja cayó por mayoría de pañuelos.

El primero del lote de Juan Ortega evidenció ya de salida tanto la calidad de sus embestidas como su tendencia siempre a salir de las suertes. El trianero tuvo que conjugar ambas almas en un trasteo que tuvo la belleza de algunos muletazos preciosos de composición, rodilla en tierra, que resultaron auténticas obras de arte. Pero al conjunto le faltó la continuidad que no tuvo el comportamiento del toro de Juan Pedro. Todo lo igualó el mal uso de la espada.

El quinto fue eso que llamarían algunos un toro a contraestilo. El del estilo se supone que debía ser Juan Ortega, que nunca estuvo a gusto en la cara de un animal de más a menos que acabó embistiendo a oleadas ante la falta de mando en el largo trasteo del sevillano. Lo mejor, de largo, el volapié con el que tumbó al toro del hierro ducal. Faltó rotundidad a la petición que el palco, sin embargo, atendió amablemente.

Roca Rey se vio las caras con un primero que salió frenado pero que rompió tras sentir la puya. Aún así, le pesó más el alma mansita y le costó romper hacia adelante de verdad pese a la insistencia del peruano a obligarlo hasta el final del muletazo. Muy firme Andrés y sincero el arrimón final terminando de apurar al toro. Tras una estocada casi entera paseo dos generosas orejas.

El sexto sacó movilidad en todos los tercios pero en su debe estuvo la nula entrega y humillación que tuvieron sus embestidas. Ahí radicó el mérito de Andrés. Muy firme y comprometido, fue obligando poco a poco al de Juan Pedro, que acabó rendido al poderío en la distancia corta del peruano en un final de faena apabullante de sitio y compromiso. Otra estocada volvió a ser salvoconducto para pasear el doble trofeo y apuntalar con contundencia la puerta grande.

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