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Sangre, oreja y gran toreo ante tres buenos toros de Adolfo Martín
La corrida estrella de San Isidro aunó emoción, toreo y casta. Escribano fue herido de gravedad, Román paseó una oreja y Roca Rey pinchó una gran faena.
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Era el día señalado. Ese que todos los aficionados aguardaban desde que las dos bolitas del sorteo de Simón hubiesen deparado que los nombres de Adolfo Martín y Roca Rey se juntasen este jueves 30 de mayo. El gran morbo de la feria que había aumentado exponencialmente tras el triunfo del torero peruano la pasada semana.
Y pese a que el gran reclamo y todas las miradas estaban puestas en Roca Rey, sus dos compañeros de cartel quisieron reivindicarse. Como lo hizo el hierro de Adolfo con una corrida de preciosa estampa y tres toros de notable juego lidiados en la segunda parte del festejo.
El primero de ellos fue el cuarto. La ovación rompió cuando asomó por chiqueros “Español”, de un trapío despampanante. Acudió con alegría al peto y mantuvo la correa durante el vibrante tercio de banderillas que planteó Manuel Escribano. El de Gerena dio distancia al toro en el inicio de faena. Y desde allá se venía el cárdeno del hierro cacereño. Muy firme Manuel, queriendo torear despacio, intentando reducir la velocidad del animal a base de temple. Era complicado el gobierno por el reprise que traía el toro. Pero lo hubo por la apuesta del sevillano. Al natural pareció venirse abajo algo el toro y comenzaron las protestas desde algunos tendidos. Al inicio de una tanda a izquierdas el astado no perdonó. Certero el pitonazo al muslo izquierdo. Se intuyó la gravedad de la cornada. La sangre brotó rápidamente con Escribano camino de la enfermería. La verdad de la Fiesta cuando se está de verdad delante de un toro aunque algunos quieran obviarlo. Lo avío Román antes de que la ovación se la llevase Escribano ya en manos de los doctores de Las Ventas.
Otro toro importante de Adolfo fue el quinto. “Mentiroso” se llamaba. Un toro de profunda y humillada embestida. Román, que brindó al ministro en funciones José Luís Ábalos, se mostró más firme y sereno de lo habitual. Hubo una tanda en redondo de acople total. Mano baja, mando y largura en los muletazos. La plaza crujió. Le cogió perfectamente el ritmo a tan notable embestida. Pero en vez de insistir por ese pitón, cambió de mano y ya no hubo el mismo entendimiento al natural ni la rotundidad de lo visto por el otro lado. Una estocada contraria tumbó al toro. Román paseó una oreja y “Mentiroso” pareció llevarse otra camino del desolladero.
Pero donde todo explotó de verdad fue con el sexto. “Madroñito”, nombre de reata importante en esta casa ganadera. Serio y astifino hasta decir basta. Lo empujó mucho hacia adelante Roca Rey con el capote. El toro respondió deslizándose con humillada calidad. Tras el brindis a la plaza, el peruano le planteó batalla en el centro del ruedo. Tres tandas a derechas conjuntaron temple, ajuste y ligazón. Después al natural llegó la cumbre. La largura de los muletazos se sucedían sin casi tiempo para respirar. La muleta en la cara y volver a empezar. Con la plaza rendida de nuevo a la rotundidad de Roca Rey, solo un pinchazo y una estocada caída alejaron al joven diestro de una nueva Puerta Grande en Las Ventas. Le queda un tercer cartucho para sumarla.
Todo esto sucedió después de vivir una primera mitad de festejo de menos revoluciones y emociones. Después de salvar con suficiencia la portagayola para recibir al primero de Adolfo, Manuel Escribano a punto estuvo de ser cogido cuando el toro se lo llevó por delante al tratar de recogerlo en terrenos del 8. Este abreplaza fue tan noble como soso. Una mala combinación en Madrid. Escribano, que había logrado calentar a los tendidos en el tercio de banderillas, no pasó de correcto por la escasa chispa que tuvo el cárdeno. Mucha clase, si, pero nula emoción. Alargó en exceso el trasteo y lo acabó pasaportando de una contundente estocada.
Más movilidad pero menos claridad en sus embestidas sacó el segundo. Román, como ya es costumbre, tiró por la senda del desorden para armar faena. Más templado a derechas, se pasó de faena y el de Adolfo no le perdonó tras varios avisos. El gañafón le alcanzó el gluteo. La estocada, caída, necesitó de un golpe de verduguillo.
El tercero fue otro toro muy bien hecho que no se definió en los primeros tercios. Tras el saludo a la verónica, Roca Rey se hizo presente en su turno de quites. Por chicuelinas de escaso ajuste. Después con la muleta, planteó un inicio de faena basado en la mano derecha. No terminaba de confiarse el torero ni de romper el toro. Al natural pareció que aquello despegaba. Una tanda bien trazada aunque sin la continuidad que da la ligazón. Pero hasta ahí duró la conexión entre toro y torero. Afloraron más dudas y todo se descompuso definitivamente.
Madrid, jueves 30 de mayo de 2019. 17ª de Feria. Lleno de ‘No hay billetes’
Toros de
, muy bien presentados, en el tipo de la ganadería. Los tres primeros manejables. Los tres últimos de gran juego. Encastado y exigente el cuarto. De gran profundidad y humillación quinto y sexto.
Manuel Escribano, silencio tras aviso y ovación tras dos avisos.
Román, saludos y oreja tras aviso.
Andrés Roca Rey, silencio y saludos tras petición.
Parte médico de Manuel Escribano: “Cornada en cara interna, tercio medio del muslo izquierdo, con una trayectoria hacia externo craneal y posterior de 25 centímetros que produce destrozos en musculatura aductora, vasto interno, contusiona vena femoral, lesiona colaterales, rodea cara posterior de fémur y alcanza cara posterior, tercio superior del muslo. Pronóstico grave".
Parte médico de Román: “Herida en glúteo izquierdo de 5 centímetros que lesiona la fascia superficial y glúteo mayor. Pronóstico leve".