Sebastián Castella triunfa en la despedida de Luis Bolívar de Cañavarelejo

Víctor Diusabá Rojas

El torero francés Sebastián Castella fue el triunfador de la segunda corrida de abono de la Feria de Cali, en la que cortó dos orejas, una en cada uno de sus turnos, en un festejo pasado por agua de principio a fin.

La corrida sirvió de despedida al colombiano Luis Bolívar del ruedo de la ciudad que lo vio crecer desde su infancia. Bolívar cortó una oreja al toro del adiós.

Se lidió un encierro de Las Ventas del Espíritu Santo, bien presentado, que tuvo mejores inicios que finales.

La tarde casi noche comenzó con el capote mandón de Sebastián Castella sobre el primero de la tarde, que empujó con fuerza en el caballo.

Lento inició de faena con la muleta, para dar lugar a tandas, con derecha e izquierda, con el temple como insignia. El noble y franco de la ganadería del maestro César Rincón, a la altura de las exigencias de su lidiador.

También empujó con bravura el segundo. Aunque en la muleta de José María Manzanares enseñó su falta de fuerza. El alicantino buscó dosificar la exigencias de sus suertes. No sirvió de mucho, el animal se paró. Espadazo.

Alegre salida del tercero. Y el también alegre Luis Bolívar en las largas cambiadas de recibo y en la variedad con el percal, ante otro de Rincón que fue a cobrar duro en la vara. Ese mismo toro que, en principio, se arrancó de largo a los cites del colombiano para, luego, quedarse corto.

Lance a pie junto de Alejandro Talavante, del manojo de los que dio al cuarto de la corrida, digno de memoria. Y estatuarios para fijar la atención en el extremeño. Las cosas quedaron ahí, porque el de Las Ventas se tornó incómodo. Pinchazos y división de opiniones tras aviso.

Movilidad mostró el quinto en los lances hechos de suavidad por Castella. Enseguida, en corto, un hombre se paró en los medios para sacar embestidas sin regalarse nada, frente a un toro obligado a pelear. Arrojó y temeridad para una oreja más.

Exposición de capote de Manzanares al recibo del sexto con verónicas largas y templadas. El toro sacó genio y los esfuerzos del torero español terminaron en nada. Palmas al torero y pitos al de Las Ventas en el arrastre.

‘Lulo’, número 26 de la ganadería, se llamó el último toro que Luis Bolívar toreó en Cañaveralejo. Debió aguantar el torero de Cali con un nuevo aguacero y, además, con un enemigo al que tuvo que tratar entre algodones porque entre la fuerza justa y el estado del piso, le costaba desplazarse. Igual, Bolívar no se rindió hasta sacar todo lo que había allí por delante. Espadazo y oreja.

Un castaño requemado despidió la corrida, cada vez más pasada por agua. Alejandro Talavante se esforzó sobre un ruedo imposible. Silencio.