18ª FERIA DE SAN ISIDRO

Talavante y López Simón abren su quinta Puerta Grande

El extremeño mostró su gran expresión y el madrileño fue todo valor en tarde de lluvia.

Alberto López Simón y Alejandro Talavante en su salida a hombros en Madrid este viernes

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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Una mole de 620 kilos asomó como primer toro de la corrida de Cuvillo. Muchos kilos y bastas las hechuras. Sobre todo cuando después tanta carrocería no lleva dentro un buen motor. La faena de Juan Bautista nunca cogió vuelo pese a la voluntad del diestro galo. Sumó muchos pases pero ninguno con el suficiente gancho para prender en el tendido.

Que la gente estaba con Talavante se notó desde la ovación que le obligaron a saludar cuando se rompió el paseíllo. No rehuir una tercer cita en Madrid para sustituir a un compañero convaleciente le alejó de ambientes hostiles tan habituales cuando en Las Ventas aparecen las figuras. Manseó su primero en el caballo pero pareció despertar en banderillas. De nuevo un inicio de faena por abajo. Poderosos los doblones. Y una primera tanda en redondo que culminó con un cambio de mano que comenzó como natural y terminó en circular. La plaza rugió. El toro seguía con calidad las telas del extremeño, que después se echó la muleta a la zurda. Primero con el compás más abierto, después cerrado. Pero con la profundidad en el trazo como máxima. Faena medida, justa a las prestaciones que ofreció el toro de Cuvillo. Y la coda, por doblones con sabor y largura. Se perfiló en corto y enterró la espada al completo en dos tiempos. Se pidieron las dos orejas, que no dudó el palco en conceder. La quinta Puerta Grande se abría de par en par para Talavante.

El tercero blandeó de la mano derecha en los compases de la lidia y tras perder las manos de manera ostensible a la salida del primer puyazo, el presidente asomó el pañuelo verde. Un sobrero del Conde de Mayalde esperaba en chiqueros para Alberto López Simón. Otro animal de 600 kilos en la báscula. Un toro que manseó en varas pero que rompió en la muleta. Tardó en verlo el madrileño tras un inicio tibuteante. Una tanda a derechas tuvo temple y desapaciosidad. En la siguiente por el mismo pitón el del Conde se le quedó en mitad de un muletazo y le lanzó por los aires. En el suelo le buscó y fue tremendo golpe de Simón contra el albero. No se arredró el torero de Barajas que volvió a ponerse para hilvanar otra tanda sin rectificar terrenos. Pinchó en el primer envite pero se volcó literalmente en el segundo. No cruzó al hacer la suerte y fue violentísima la vuelta de campana que dio sobre sí mismo. Salió el toro rodado mientras el torero trataba de recomponerse. Oreja de ley al valor.

Fue salir el cuarto toro y, un día más, ponerse a jarrear sobre Las Ventas. Intensa la tormenta que anegó el ruedo en cuestión de minutos. El quite de Talavante por chicuelinas metió por un instante a los espectadores en el festejo cuando en los tendidos la gente huía en busca de refugio ante la lluvia. Después la faena de Juan Bautista estuvo marcada por las condiciones meteorológicas. El toro embistió siempre a media altura y según fue transcurriendo el trasteo, el estado del piso hizo cada vez más difícil su estabilidad. Buscó el galo el efectismo con una tanda mirando al tendido para epilogar su quehacer con una serie muy templada y empacada al natural. Pinchó en la suerte de recibir en el primer intento y dejó una estocada en la misma suerte en el segundo.

Que saliese el quinto de Cuvillo fue una temeridad. El ruedo era a estas alturas una enorme balsa de agua. No le importó nada a Talavante, que pronto se echó la muleta a la derecha para ligar dos tandas en redondo de gran expresión y ligazón. Al natural, sin perder pasos, y también engarzando los muletazos. El toro, que nunca se entregó en la muleta del extremeño, fue a menos y una postrera tanda en redondo bajó algo el diapasón en cuanto a intensidad. Aún más bajó la temperatura con los dos pinchazos previos a la estocada final.

Cuando parecía que aflojaba la tormenta, fue salir el sexto y volver a arreciar el aguacero. López Simón, sabedor que tenía la Puerta Grande entreabierta, se fue a los medios a brindar a los medios la faena al jabonero que hizo sexto. Amainó la lluvia y se atornilló el torero de Barajas sobre el fango. Muy firme, tirando mucho del toro por el pitón derecho. Al natural una tanda de buen trazo aunque sin terminar de apretar por abajo, que era lo que pedía el buen toro de Cuvillo. La estocada viajó tendida pero fue mortal. La oreja cayó por mayoría de pañuelos en unos tendidos a favor de obra. Y como una y una suman dos, Alberto, como Talavante, abrió también su quinta Puerta Grande.

Madrid, viernes 25 de mayo de 2018. 18ª de Feria. Casi lleno (22.636 espectadores según la empresa)

Cinco toros de 

, bien presentados y de juego desigual. Soso el primero; notable la nobleza y calidad del segundo, ovacionado en el arrastre; un cuarto a menos; manejable el quinto; y encastado, noble y a más el sexto. Un sobrero del 

(3º bis), bien presentado y de juego manejable.

Juan Bautista, silencio y saludos.

Alejandro Talavante, que sustituía a Paco Ureña, dos orejas y saludos.

Alberto López Simón, oreja y oreja.

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