BILBAO

La terna deja sin apurar la mejor corrida de la feria de Bilbao

Solitaria oreja para Leo Valadez ante una notable corrida de Santiago Domecq, la mejor de las Corridas Generales.

Leo Valadez durante la faena de muleta al tercer toro de Santiago Domecq en Bilbao

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Los toros de la finca "Garcisobaco" fueron las auténticas estrellas de este espectáculo, contando para empezar con su impecable presentación: muy armados, algunos hasta excesivamente, lucieron un muy serio y auténtico trapío, aunque también unas finas y armónicas hechuras que favorecieron su esfuerzo durante la lidia.

Y para añadirle color, los seis, además de sus cinco años más que cumplidos, tuvieron una amplia variedad de capas, desde el melocotón al castaño chorreado, pero ninguno en la monotonía del negro. Una corrida, pues, acorde con la categoría de la feria y de la plaza, y muy por encima de la desigual media de los últimos días.

Pero más importante que el continente fue el contenido de los de Santiago Domecq, ya que en mayor o menor medida todos, salvo el basto sobrero, además de empujar y romanear en varas muy duras, aún desarrollaron una brava nobleza y una entregada duración ante los engaños que no fueron aprovechadas como merecían.

Al mexicano Leo Valadez le tocó apechar con el deslucido y desagradecido sobrero, el garbanzo negro, con el que estuvo voluntarioso, pero como contrapartida como primero de su lote entró "Cotorrito", un serio y fino colorado ojo de perdiz que, a falta de tres días para cumplir seis años, fue un dechado de entregada bravura.

Sin regalar sus embestidas, pues pedía que se le llegara y citara con sinceridad, el que puede ser el toro estrella de la feria se arrancaba entonces con todo, con transmisión y ritmo, descolgando el cuello en una larga y recreada trayectoria hasta que volvía a repetir tras un amplio giro con todo su cuerpo: en suma, el toro ideal para el toreo más hondo.

El joven mexicano intentó estar a la altura, pero no puso sobre la arena la suficiente apuesta, ese darse a la embestida por entero para disfrutarla más que gobernarla, por lo que la incompleta faena se fue perdiendo en tandas muy cortas, afligidas, entre dudas y pausas, sin temple y con alguna ventaja final impropia de tan excelente animal, al que acabó cortando una pírrica oreja.

No tuvieron un nivel tan notable los lotes de los extremeños Ferrera y Garrido, pero los otros cuatro fueron otros ejemplares destacados y que se dejaron torear mucho más y mucho mejor de lo que ambos les sacaron en claro, que fue más aparente que meritorio.

Antonio Ferrera no le dio un muletazo igual a otro, ni por técnica ni por estética, al que abrió plaza, en un trasteo desconcertante para un animal que solo pedía temple para dejarse hacer, y se perdió después con el nobilísimo cuarto en muleteo descaradamente periférico e itinerante, es decir, muy despegado y sin asentar las zapatillas, con visibles e injustificados renuncios.

Más empeño le puso a la cosa José Garrido, solo que, en todo momento, más que con los vuelos de la muleta toreó con el palillo, tapando la cara de sus toros, sin guiar sus embestidas y metido en la corta distancia para empalmar medios pases y no ligarlos enteros, como le dejaron hacer tanto el claro segundo como el quinto, todo un "tío" que a pesar todo siguió embistiendo largo hasta el final.

Bilbao, sábado 27 de agosto de 2022. 8ª de Feria. Menos de un cuarto.

Toros cinqueños de

-el sexto como sustituto de un titular devuelto por falta de fuerzas- aparatosamente armados y de serio trapío, pero de finas y buenas hechuras. Salvo el sobrero, un descastado boyancón, los otros cinco ofrecieron claras opciones de triunfo por su nobleza, claridad y duración, con un tercero muy destacado por su profunda y brava clase.

Antonio Ferrera, vuelta tras petición y silencio.

José Garrido, ovación y ovación tras aviso.

Leo Valadez, oreja y silencio.

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