4ª CORRIDAS GENERALES

Tres orejas premian con gran holgura los 'servicios mínimos' de Talavante en Bilbao

El extremeño sale a hombros tras cortar tres orejas a dos dulces toros de Juan Pedro Domecq en tarde de asifixiante calor.

Alejandro Talavante en su salida a hombros este miércoles en Bilbao

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La afición y la presidencia de la plaza de toros de Bilbao quisieron premiar hoy con la excesiva holgura de tres orejas, y la correspondiente salida a hombros, las faenas de contados méritos de Alejandro Talavante a dos dulces toros de Juan Pedro Domecq, lidiados en tarde de calor asfixiante.

Sería tal vez por eso que el diestro extremeño, como aconsejan las autoridades sanitarias en estas olas de calor, aplicó los servicios mínimos con ambos ejemplares, a los que dio apenas un puñado de muletazos con verdadero ajuste y temple a lo largo de sendos trasteos marcados por la variedad y la ligereza, así como por sus recurrentes gestos de cara a la galería.

Ya fue un tanto desmedida la concesión de la primera oreja de un toro castaño y con alzada que sacó una comportamiento pajuno, a veces incluso más despacioso que el ritmo al que le toreó Talavante, que antes había sabido meter a la gente en la faena con un efervescente y habilidoso inicio rodilla en tierra, tal y como se quedó al ser zancadilleado por el animal en los primeros compases.

Esa apertura y un final algo más ajustado en la distancia corta, también con adornos como el pase de la tortilla de Jesulín, fueron el pan de un bocadillo poco cargado de chóped pero que acabó premiándose tras una estocada poco contundente.

Claro que más exagerado fue aún lo del sexto, al que el de Badajoz saludó de capote con dos faroles invertidos y unos lances suaves, sin exigirle de más pero ganándole terreno hasta los medios. Y ya entonces se vio la gran calidad del de Juan Pedro Domecq, el único toro bajo de agujas y el más fino de hechuras del encierro, que siempre galopó y se entregó a pesar de sus medidas energías.

También con este puso espectacularidad Talavante en los primeros compases, de nuevo de hinojos en la arena, solo que ahora con pases cambiados antes de, sin necesidad de levantarse, ligarle al enclasado animal la única serie templada y de más de tres muletazos de toda su medida faena.

Porque los pases buenos, y aun los menos buenos, se pudieron casi contar con los dedos de una mano, en series de apenas dos y los remates, a veces despegado, otras desde el seguro de la pala del pitón, y siempre sin ayudar a que fluyeran esas dulces embestidas, por mucho que se le aplaudiera cuando miraba al tendido buscando complicidad.

Así que tras un desplante sin muleta, no menos populachero, y una estocada desprendida pero cobrada con lentitud, se abrió el cajón de los regalos para darle esas dos orejas que le llevaron a atravesar, con nada y menos, la antes casi inexpugnable puerta grande de Vista Alegre.

Pero así están las cosas hoy por hoy en el toreo, cuando, como también pasó hoy en Bilbao, se pita a Morante de la Puebla por intentar al menos torear por derecho y con temple y se jalean faenas tan destempladas y despegadas como las de José María Manzanares, que si no se llevó trofeos fue por fallar repetidamente con la espada, tal y como hacía esperar su también alejada colocación antes del embroque.

Claro que, en tarde de tanto calor, al menos el alicantino cubrió el cupo de muletazos casi obligatorios para justificarse, que fueron muchos aunque muy pocos buenos, frente dos toros manejables que pedían únicamente un trato más concreto y delicado.

Así que, con un lote casi vacío, Morante tiró por la calle del medio ante el primero, lo que casi se agradeció en medio de la sudada general, y cortó por lo sano y visiblemente enfadado cuando, intentándolo con el cuarto, un espectador le gritó que estaba gordo, haciendo gala de una gran "sagacidad" como aficionado.

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