3ª FERIA DE COLOMBINAS
Una escombrera de Zalduendo para aburrir a la terna y al público en Huelva
Perera corta la única oreja ante el remiendo de Albarreal. Apuntes de Morante y lote infumable para Daniel Luque.
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Se lució el lumbreras que decidió traer una corrida de Zalduendo a Huelva. Una ganadería que ya no vive del rédito y el trabajo que hizo en su día el recordado Fernando Domecq. Una ganadería que ahora mismo es una escombrera sin ningún fondo de casta y alejada desde hace tiempo de las grandes ferias y los carteles de figuras. Y si a ello le unimos la paupérrima presencia de los cinco toros que saltaron a La Merced, el resultado final se lo pueden imaginar. Tres toreros con tanto oficio
ante semejantes oponentes, hizo que aquello tomase tintes de un entrenamiento de luces sin ningún eco en los tendidos.
Algo peligroso.
El torete de Zalduendo que abrió plaza dejó dibujar a Morante verónicas de gran expresión y compás, especialmente las que firmó por el pitón derecho. Tanto en el saludo capotero como en el posterior quite. El sevillano atisbó la bondad del animal por ese pitón diestro y fue por ahí por donde llegaron los pasajes más redondos de un trasteo que no tuvo la regularidad necesaria para alcanzar cotas mayores. Pinchó antes de una estocada trasera y tendida y todo quedó en una ovación de reconocimiento.
El cuarto, un ejemplar muy estrecho de sienes, tuvo cierta nobleza en el último tercio, donde Morante volvió a esparcir muestras de su toreo diferencial. Lo mejor, una tanda final al natural a pies juntos que rezumó armonía y torería. Pinchó antes de agarrar la estocada y, aunque hubo una petición de oreja no mayoritaria, se ovacionó con fuerza al torero cigarrero.
De Albarreal fue el remiendo de la corrida, un animal noble y con clase al que le faltó un punto de motor y emoción para hacer mejorado su nota media. Perera hizo su faena estándar ante este tipo de animales. Todo muy templado, muy pulcro… pero escaso de emoción. Algo que solo consiguió en el ya clásico arrimón final. Faena larga que remató de una estocada trasera y perpendicular. La oreja recompensó el trabajo realizado y solo será recordada por los amantes de las estadísticas.
Que a Perera le recriminasen que fuese concluyendo la faena al quinto habla a las claras de lo que ocurrió cuando la noche comenzaba a caer sobre La Merced. Más allá del tesón del extremeño, aquello fue un ejercicio de paciencia de un público que veía como el animal o bien ponía la marcha atrás renuente e embestir, o bien salía buscando tablas sin ninguna gana de pelea y sin ningún atisbo de casta. Lo cazó de una estocada desprendida y se levantó una mínima petición que no fue más allá.
Se protestó de salida la ínfima presencia del abecerrado tercero de Zalduendo. Un animal que permitió a Luque explayarse en una especia de entrenamiento de luces ante la nobleza pajuna tan ayuna de casta y empuje que tuvo el toro. Pases de todas las marcas y un final de cercanías que el bendito público o onubense ovacionó. Concluyó de una estocada trasera y caída. Saludó una ovación como reconocimiento.
El bizco y anovillado sexto solo sirvió para que Luque, con el público en desbandada, abreviase con bien tino..