TORRES DE LA ALAMEDA
Víctor Hernández, toque de atención en la última clasificatoria de la Copa Chenel
El madrileño sale a hombros mientras Manuel Diosleguarde pierde el triunfo por la espada. Oreja para Rubén Sanz.
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Abrió plaza un toro de Lora Sangrán que tuvo buen son y temple en sus embestidas desde que Rubén Sanz se abrió de capote. El soriano, muleta en mano, desplegó su toreo con sabor añejo y alejado de los estándares actuales. Hubo desmayo y temple en varios muletazos sueltos de bello trazo aunque sin la continuidad necesaria para conjuntar faena. Una tanda al natural fue la más completa y rotunda ya en la parte final del trasteo. Varios pinchazos se llevaron la posibilidad de puntuar.
La oreja llegó en el cuarto y supo a premio que compensaba la actuación global de Rubén Sanz ya que en este toro, un astado noblón de Guadajira, la faena resultó más deslavazada y con menos chispazos del toreo personal que posee el soriano.
Manuel Diosleguarde vio como su primero, un remiendo rebosante de clase de de Concha y Sierra, se estrellaba contra la pared de la plaza y se inutilizaba para la lidia. Tuvo que salir un sobrero del mismo hierro pero de distinta condición. Faena de poso de valor y conocimiento al que sacó muletazos de gran mérito pese a lo aplomado que terminó el toro.
Aún más mérito tuvo la labor del salmantino ante el quinto de Lora Sangrán, al que fue haciendo poco a poco a base de temple y colocación para terminar firmando una tanda notable al natural. Pero en ambos toros falló tanto a espadas como con el descabello y perdió el triunfo.
Triunfo que sí conquistó Víctor Hernández, que paseó una oreja de cada uno de sus toros. A su primero de Concha y Sierra lo muleteó con firmeza y aplomo y lo avió de un soberbio espadazo que elevó el conjunto al trofeo paseado.
Una oreja más sumó ante el sexto de Lora Sangrán, al que toreó con encaje y cintura al natural. Muy buena imagen del madrileño, que terminó saliendo a hombros.