Autolesiones, depresión o suicidio: El 6 % de adolescentes sufre ciberacoso constante en España

Las situaciones de ciberacoso actúan de forma directa en la salud de los adolescentes, en su autonomía y también en sus relaciones con los demás.

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Sefi García

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El 6 % de los adolescentes sufre ciberacoso constante en España y el número de víctimas va en aumento. Las situaciones de ciberacoso actúan de forma directa en la salud de los adolescentes, en su autonomía y también en sus relaciones con los demás.

Los datos obtenidos por la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) en un estudio sostenido durante 13 meses son más que alarmantes. Los datos que ofreció UNICEF hace varios meses señalaban que el 20% de los adolescentes eran víctimas de ciberacoso. Este nuevo informe, sostenido en el tiempo, duplica esa cifra: 4 de cada 10 menores son ciberacosados.

Es uno de los datos que más ha sorprendido para mal a los investigadores.

El dibujo del ciberacoso en España

Estudiaron a 4000 niños en un principio, e hicieron seguimiento durante 13 meses de 1.400. “Desde el inicio del estudio los nuevos casos fueron uno de cada 4, se incorporaron un 25% -explica Joaquín González Cabrera, director del grupo de investigación- lo que demuestra el dinamismo de estos problemas, que cuando los ves con una perspectiva longitudinal cambia con respecto a una foto fija”.

De hecho, las fotos fijas que les mostró el trabajo, son muy parecidas a estudios relevantes como la UNICEF, “pero esta visión nos permite poner otra magnitud, el 6% de los chicos y chicas estudiados eran cibervíctimas estables, es mucho. Durante un año y medio confesaban, habían estado sometidos a ciberbulling, es un tiempo que se puede convertir en pesadilla.

Y todas esas personas que en un primer momento tenían problemas de cibervictimización, un año y medio después tenían el doble de riesgo de tener problemas de calidad de vida”.

El objetivo de este trabajo era, por un lado, cuantificar el número de adolescentes que sufrían ciberacoso, y por el otro, comprobar los efectos en la calidad de vida de esos menores. “Cuando un chico dice que no es feliz, cuando dice que sus padres no lo quieren, cuando se pone enfermo.... era un indicador importante para atestiguar que las personas que sufren las violencias en el tiempo tienen una peor calidad de vida que aquellos que no la sufren o que las sufren de otra manera”.

Nos cuenta el profesor que, además del empeoramiento en la calidad de vida de estos críos, “estos problemas no vienen solos, ciberacoso llaman a acoso escolar, y a otros problemas como el abuso de la pareja, problemas con el sexting... es una línea de estudio y de preocupación”.

Y es un problema que parece no tener tope ni fin. “La realidad es más compleja y más tenebrosa que lo que a veces somos capaces de observar, porque está mediada por la tecnología -reflexiona González Cabrera- los estudios cuestan dinero, hay que mantenerlos en el tiempo. Probablemente el problema es peor de lo que creemos. Nos falta conocimiento más profundo, es un fenómeno psicosocial cambiante. La realidad es mucho más compleja, más cambiante de lo que los investigadores somos capaces de aprehender”.

La fundación ANAR nos ha dado algunas pistas sobre la profundidad del problema. El 37% de los adolescentes son ciberacosados a través de los videojuegos on line: 9 de cada 10 niños españoles, son Gamers.

Los profesores, según ANAR, están profundamente preocupados: el 95’2% del profesorado considera el uso indebido de las redes sociales y las nuevas tecnologías como el principal factor de riesgo para que se produzca el acoso escolar.

Las consecuencias

Ser víctima de ciberacoso en estas edades puede tener consecuencias devastadoras, advierte la investigadora Adoración Díaz López. “En el plano de salud mental -señala- tienen una gran pérdida de calidad de vida, manifiestan estrés, ansiedad y en casos más graves, depresión.

En el plano académico, les provoca falta de atención y concentración en las clases, y descenso a veces drástico en las notas. En el ámbito social, perdida de actividades de ocio, dejan de realizarlas, aislamiento social, actitud hermética en casa y en casos más graves: somatizaciones, y autolesiones, cortes en brazos y piernas para canalizar ese dolor emocional. En el peor de los escenarios, puede terminar en intentos de suicidio, o en suicidio”.

Autolesiones

La Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) hizo públicas hace unas semanas cifras muy alarmantes referidas a las autolesiones en menores: el 17,2% de los niños entre 10 y 17 años realizan conductas de autolesión no suicida, y la edad de inicio más frecuente suele ser entre los 13 y 16 años.

Pero las secuelas del ciberbulling no se quedan en la adolescencia. Aunque es un fenómeno que no tiene más de dos décadas, algunos estudios señalan ya como marca la vida adulta de las víctimas y también para los agresores que “cargan con las secuelas de esos actos, provocados por sentimientos de culpa.

Las víctimas consultan más a profesionales de la salud mental por estrés, ansiedad generalizada y depresión. Las víctimas suelen presentar problemas de autoestima y a nivel social tienen problemas para establecer lazos de amistad. Los agresores suelen consumir sustancias e incluso hacer actos vandálicos”.

Los investigadores están muy preocupados por los resultados que arrojan su estudio. La doctora Díaz López señala que “es un fenómeno realmente peligroso que se ha convertido ya no solo en un problema de salud mental, sino en un problema psicosocial y de salud pública, porque afecta a miles y miles de adolescentes de las aulas españolas”.

¿Cómo lo abordamos?

Hay un tercer actor en este drama que tiene en su mano desactivas los ciberataques a sus compañeros. Se les conoce como los observadores, es el grupo de iguales, los amigos, los compañeros de clase “tienen en su poder reforzar la conducta del agresor (reir, darle un 'me gusta' a esos comentarios hirientes...) o por el contrario penalizarla, con un 'te estás pasando' simplemente' no reforzando esta conducta. Es con ellos con los que hay que trabajar”, nos cuenta la investigadora.

Pero además echan en falta un protocolo de actuación unificado en todo el país, porque las competencias son autonómicas y “porque los que existen están centrados en el agresor, más que en la reconstrucción del daño. Es necesario que se haga uno común que debe dar cobertura a todos los implicados, reparar a la víctima”.

Reclama además “mayor presencia de orientadores educativos en los centros, que son lo que pueden detectar el ciberacoso y los que deben actuar para pararlo. Los que hay están saturados porque la ratio en España es de 1 orientador por cada 1.000 alumnos, cuadriplicamos la ratio que recomienda la OMS de 1 por cada 250 estudiantes”.

La familia, fundamental

La implicación de la familia es fundamental, educando en valores, apoyando a la víctima sin juzgarla ni culparla. Al profesorado le pide que tengan tolerancia cero, y que estén atentos, porque hay muchos indicios. A la sociedad “mayor concienciación y eliminar la pasividad frente a este problema. Que se inhiba el nivel de violencia desde la televisión a los videojuegos, porque refuerza las conductas, y deriva en una inmunización hacia la violencia”.

Los investigadores de este estudio piden a los políticos, altura de miras porque son ellos “los que infravaloran estas realidades -asegura Joaquín González- muchos se quedan con las denuncias que llegan a la inspección educativa, y esto es la punta del iceberg. Son muy pocos los coles que realizan estudios. Si no conoces tu realidad, ¿cómo la vas a mejorar?. Los profesores son más sensibles aunque son realidades esquivas, los chicos la silencian”.

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