Los peligros de comerte un alimento al que acabas de quitarle el moho

La parte más visible del moho avisa de que hay algo del alimento que no está en buen estado pero hay más riesgos si decides consumir finalmente el producto

Los peligros de comerte un alimento al que acabas de quitarle el moho

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

¿Verdad que alguna vez has comido una fruta, o has retirado la parte que estaba en mal estado (con moho)? Pues bien, esto puede entrañar riesgos para tu salud. En una primera vista, pensamos que así evitamos los riesgos visibles de la comida en mal estado y el desperdicio de los alimentos. Pero nada más fuera de la realidad. La parte más “fea” es una muestra de que dentro de lo que vamos a consumir existe una contaminación invisible que no se puede ver ni oler, pero que probablemente ya esté expandido por todo el producto.

La palabra “moho” se emplea para estipular varios tipos de hongos filamentosos de muy pequeño tamaño que se desarrollan sobre la materia orgánica que se encuentra en estado de descomposición. Puede crecer en cereales, frutos secos, café.... hay muchos tipos. Sin embargo, los tipos de moho más peligrosos son los que pertenecen a las familias Aspergillus, Penicillium y Fusarium.

La clave se encuentra en las micotoxinas. Estas son las culpables de los peligros para la salud y son invisibles. Se trata de unos compuestos químicos producidos de manera natural por varios hongos. Estos compuestos se pueden formar bien en el campo, el almacenamiento o en la cosecha.

Estos son los riesgos que asumes a corto y largo plazo

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De verdadera inmediata, estas micotoxinas pueden provocarte en un breve espacio de tiempo problemas gastrointestinales. Asimismo, puedes tener problemas agudos, lesiones hepáticas y renales, alteraciones inmunológicas o daño fetal. Aunque lo preocupante es que a largo plazo, numerosos expertos han indicado que el consumo de manera crónica de dosis pequeñas pueden producir cáncer.

Por ello, y para prevenir los riesgos asociados a estas toxinas, podemos hacer varias cosas que resultan muy sencillas de elaborar en nuestro día a día. Una de ellas es respetar la fecha de caducidad y el tiempo que tienes para consumirlo y que te marca el fabricante. Además, no debes guiarte ni por el olor ni por el sabor porque las micotoxinas son invisibles, y no huelen ni saben a nada. La referencia olfativa no siempre es concluyente.

Estas recomendaciones (a primera vista bastante sencillas) debes seguirlas no solo con las frutas y las verduras, sino también en aquellos productos que provienen de los animales como la carne o la leche. En las fechas en las que nos encontramos debemos tener además especialmente cuidado porque las altas temperaturas hacen que los microorganismos se reproducen mucho más rápido. Y por ende, que los alimentos duren menos tiempo en perfecto estado a pesar de tenerlos en la nevera o en lugares idóneos para su conservación.

Eso sí, podemos asegurar que no todo el moho es “malo”, hay algunos que proporcionan beneficios. Ocurre con los quesos como el brie, el camembert así como los quesos de pasta azul entre los que están el roquefort y el cabrales. Sea como fuere es muy importante que sepas que, cortando la parte de alimento en mal estado, no estás desechando todas las toxinas que ha producido el moho en lo que vas a consumir.

Así que lo más sencillo sería que desechases el producto para evitar tener un problema de salud (que puede ser leve, pero que se puede llegar a complicar). Y también mucha precaución con tener fuera de la nevera los alimentos y luego también consumirlos con todo lo que ello supone. Pero sobre todo, las complicaciones que se derivan son intestinales.

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