Saca una foto durante la comida y cuando traen la cuenta no puede creer lo que le han cobrado: "60.000 euros"
La historia que recoge la prensa internacional es un ejemplo del cuidado que hay que tener con los códigos QR
Madrid - Publicado el
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Los códigos QR en la hostelería han llegado para quedarse. Hoy en día es muy común llegar a un bar o restaurante, sentarse y que, a la hora de pedir la carta, te indiquen que tienes toda la información en el código que puedes escanear con tu móvil. Aunque hay quien no se acostumbra, la realidad es que esto va a más y muchas veces, puede terminar por convertirse en un verdadero problema, incluso económico.
China es uno de los países que más avances tecnológicos ha introducido en la vida cotidiana de sus ciudadanos. Tanto es así que los códigos QR en situaciones del día a día, como ir a comer en un restaurante, son más importantes que en nuestra rutina en España. Y es que el caso de una joven resulta paradigmático para entender los riesgos que este tipo de tecnologías pueden entrañar. ¿Cómo? Si sólo es un código que se escanea con el móvil, puedes pensar. Así es, pero hay una mujer a la que casi le cuesta 60.000 euros.
La foto más cara de su vida
La historia la recoge el periódico chino South China Morning Post, quien se hace eco de lo que le ha ocurrido a Wang, una mujer china de la ciudad de Pekín. Y es que muchos restaurantes del país asiáticos van un paso más allá con la tecnología QR y es muy común encontrarse con estos códigos por todas partes.
La joven que entraba en el restaurante para disfrutar de una comida típica de su país, el conocido como hot-pot. Este tipo de comida, que se ha popularizado también en nuestro país, consiste en una olla en la que se meten caldos de distintos sabores y sobre la que se cuecen carnes y distintas verduras.
Cuando se encontraba en plena comida, esta mujer decidió sacarse una foto con su comida. Una imagen en la que, además del plato que había pedido, aparecía un código QR que se encontraba en su mesa. Este código QR sirve para consultar la carta (como en España), pero además para poder pedir más comida y hasta para pagar la factura.
Se trata de un sistema mediante el cual se reduce todo contacto con el personal del local y se agilizan los trámites del restaurante. Como decimos, se trata de dar un paso más allá en la digitalización que ya se ve en nuestro país, pero que en China lleva años de adelanto. En este caso, con resultados catastróficos, ya que Wang, la joven que se hizo la foto en la que se veía su QR, decidió publicarla en sus redes sociales.
Un pedido de hasta 60.000 euros
La mujer decidió publicar la imagen en cuestión en su perfil de Wechat, donde tenía restringido el acceso a sus publicaciones a tan sólo sus contactos. Aun así, muchos de ellos aprovecharon que se veía el código QR en la imagen para empezar a pedir comida en su nombre. Uno tras otro, la cuenta fue ascendiendo hasta llegar a los 430.000 yuanes, lo que vienen a ser unos 60.000 euros aproximadamente.
Los contactos de esta mujer decidieron que era buena idea añadirle a su cuenta personal en el restaurante unas 1.850 raciones de sangre fresca de pato, 2.580 raciones de calamar y, por qué no, 9.990 raciones de pasta de gambas. Algo que la joven no podía ni pagar, ni comerse por sus propios medios.
Los peligros de la tecnología descontrolada, expuestos por un QR
Al final, los responsables del restaurante tuvieron que ir a la mesa de la chica a pedirle explicaciones por el pedido. Ella, apurada, no sabía qué es lo que estaba ocurriendo. Fue en ese momento cuando descubrieron el problema y la joven tuvo que eliminar la imagen en la que aparecía el QR de sus redes sociales.
A pesar de haber acumulado pedidos por valor de 60.000 euros, el restaurante se mostró comprensivo con la joven y anularon su cuenta. Se decidió cambiarle de mesa y le ofrecieron seguir comiendo en el restaurante por el precio de lo que realmente pidiese. Lo que no esperaban es que los pedidos seguían llegando a pesar de haber borrado la imagen con el QR de las redes sociales.
Este caso, que finalmente ha quedado en anécdota, es un ejemplo paradigmático de los riesgos que tienen algunas tecnologías y de cómo debemos tener cuidado con lo que compartimos en redes sociales. ¿Se imagina pagar miles de euros por culpa de subir una foto a sus redes sociales? Pues estas cosas pasan y cada vez, en menos tiempo, las tenemos más cerca de nuestro país.