Acompañar a un paciente con trastorno de salud mental: "Es importante personalizar, mirarle a los ojos"
Desde 2011, Gerardo Dueñas acompaña a los pacientes de un centro psiquiátrico en Madrid: "Los que padecen problemas de salud mental son los auténticos pobres"
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Gerardo Dueñas es capellán psiquiátrico desde abril de 2011 en un hospital de Madrid (prefiere no aportar más datos). En declaraciones a COPE, recuerda que cuando su obispo le dio a conocer este destino se le pasó de todo por la cabeza, tal vez preso del estigma que todavía hoy sufren los pacientes con trastornos de salud mental.
“Yo tenía conocimientos de psicología, hice un máster de acompañamiento psicológico y espiritual, pero una cosa es estudiar la teoría y otra ir a un hospital psiquiátrico. Yo dije 'madre mía, a ver qué voy a hacer”, ha confesado.
Pero han pasado doce años de aquello y, a lo largo de este tiempo Gerardo Dueñas no solo ha aprendido a acercarse a los pacientes del centro psiquiátrico, sino a enamorarse de la Pastoral de Salud Mental de la Conferencia Episcopal Española: “Es un lugar apasionante donde encontramos a los pobres de los pobres. En Madrid no hay grandes problemas de hambre o necesidades vitales, pero los pacientes que padecen problemas de salud mental e ingresan en centros psiquiátricos son los auténticos pobres”, ha asegurado.
"La pandemia nos ha hecho caer en la cuenta de los problemas de salud mental"
No obstante, ha hecho hincapié en el largo camino que queda por recorrer aún para que estos pacientes con problemas de salud mental no sean los últimos de la fila y la sociedad se conciencie para normalizar estos trastornos. En este sentido, el capellán considera que la pandemia ha contribuido a avanzar en concienciación.
“Uno de los aspectos positivos de la pandemia es que ha hecho que caigamos en la cuenta de la relevancia que tiene en nuestra sociedad los problemas de salud mental. Ha aumentado la incidencia. Las últimas estadísticas revelan que los casos de suicidio en España han aumentado un 10% a raíz de la pandemia. ¿Quién no conoce a una persona con depresión, a un joven con problemas de trastorno de la conducta alimentaria, o con problemas de adicción a sustancias, a videojuegos?... Es algo cotidiano en nuestra sociedad y ahora la pandemia ha puesto más de relieve”, ha opinado.
Como capellán psiquiátrico, Gerardo Dueñas ha reivindicado la labor que desempeñan en los centros, con independencia de las creencias religiosas de los pacientes: “Todos tenemos la necesidad de sentirnos reconciliados, de expresar nuestros miedos y eso no es solamente en el ámbito de lo psicológico, sino también de lo espiritual, de las creencias donde fundamentamos nuestra vida. Mi experiencia de estos años es que evidentemente las personas con problemas de salud mental tiene los mismos problemas espirituales que el resto de la población y necesitan ser acompañados igual”, ha detallado.
Mirar a lo ojos es decirle al otro me importa lo que sufres"
A la hora de acercarse a los pacientes, el capellán asegura que no se aplican técnicas concretas. Por un lado está la atención sacramental, con la celebración diaria de la Eucaristía y administración de los sacramentos, pero en segundo lugar (y no por ello en segundo plano) es mostrarse cercanos e personalizar la atención en la medida de lo posible.
“Algo importante por ejemplo es la pastoral del nombre, conocer el nombre de los pacientes. En el caso de los pacientes de larga estancia o crónicos es más fácil porque llevan muchos años con nosotros. En los agudos van variando. La importancia de saber el nombre es personalizar, es preguntar qué te pasa. Y otra cosa muy sencilla es mirar a los ojos. Normalmente por este miedo o el estigma los pacientes sienten rechazo y no les miran a los ojos. Mirar a lo ojos es decirle al otro me importas, me importa lo que sufres, lo que piensas”, ha explicado.
"Algunos pacientes han reavivado la fe que tenían dormida"
Preguntado si ha conocido historias de conversión en algunos pacientes a los que ha acompañado, el sacerdote ha afirmado que se dan casos de personas que, durante su tratamiento, “han reavivado la fe que tenían, que estaba dormida, escondida, que incluso pensaban que habían perdido, y que el ingreso ha sido momento de volver a descubrir a Dios en su vida”.
Una realidad que para el capellán “es una de las cosas más bonita de nuestra vida. La crisis siempre es una oportunidad, y un ingreso en un psiquiátrico es una gran crisis. Es algo para recordar porque es fuerte esta vivencia. Es momento de replantearse cómo vivo, cuáles son mis prioridades, qué es lo verdaderamente importante para mí”, ha argumentado.