Cosas de radio patio: Pigmalión y Galatea
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El poder de la mente es impresionante. Parece que nada es imposible.
Llevo dándole vueltas toda la semana, desde que asistí a un espectáculo de magia, de esos que te dejan con la boca abierta y casi ni te planteas buscarle explicación. Parecía una película en directo, con sus efectos especiales y todo. Más allá de la magia, estaba el pensar cuánto trabajo hay detrás para llegar hasta ese punto de fantasía. El propio mago me lo resolvió: siempre había querido ser mago, él se sentía capaz y, aunque no se lo pusieron fácil, él lo tenía claro y alguien creyó que podría. No hay nada como que alguien confíe en tu capacidad, crea que eres capaz, para ponerte las pilas y demostrárselo.
Y yo salí del teatro con la satisfacción de saber que voy bien encaminada.
Para mí la educación es fundamental, el aprendizaje y me atrae muchísimo la psicología relacionada con los niños, el poder del querer saber. Y busco, leo, hablo con profesores y psicólogos…Resulta que tenemos no una, sino nueve inteligencias.
Igual era conocido por todos, pero yo creo que…no. Si os lo explico un poco, lo entenderéis estupendamente.
Cada uno entiende o no las cosas según nos las expliquen. La inteligencia es una ventana que, cuando se abre, empiezas a comprender, a descubrir, a asociar, a crear. Pero todo si enfocamos bien el aprendizaje, en base a nuestro tipo de inteligencia, si no, la ventana no se abre. Hay quien necesita reflexionar para comprender, o quien, trabajando en equipo aprende mejor, o el que necesita estar en contacto con la naturaleza, el que por el oído aprende mejor, quien tiene que tocar ó tener una visión global. En este cuadrito las veis bien representadas.
Las 9 inteligencias
Y coincido plenamente con muchos profesores y psicólogos, que confirman que el aprendizaje tiene que estar basado en la necesidad, el ansia de aprender, las ganas. Y las ganas hay que cultivarlas. He aquí mi efecto favorito.
Yo nunca le había llamado así, por desconocimiento, Efecto Pigmalión. Creer en la capacidad de otra persona, animar y confiar en sus posibilidades, es abrir sus ventanas de par en par. Es darle las alas para comenzar una aventura fascinante. Es apoyar, motivar sin darse cuenta, contagiar las ganas. Eso es lo que necesitan nuestros niños. Mi hija lo llamó “la fuerza positiva de mamá”, cuando tuve que darle un empujoncito. Eso y un “yo confío en ti y sé que lo vas a conseguir”, ha sido magia en mi casa. Así somos capaces de intentarlo, probar, equivocarnos y volver a intentarlo. Querer mejorar, querer aprender.
Para mí, aplico el efecto Galatea. Confío en mis posibilidades y pienso, soy capaz. Me animo yo sola, pero son ganas de hacer cosas nuevas, de probar, intentar.
Y así, desde cocinando hasta al hacer ganchillo. Y si me sale bien…alegría para lo siguiente.
La importancia de confiar en uno mismo o en los demás.
Para eso el grupo de mis chicas favoritas es único, es confianza infinita, ánimos para enfrentarse a todo. Y funciona, a diario. Lluvia incesante de estimulación.
Nunca más una frase de desaliento a un niño, por favor. Igual, con una palmadita, una frase de ánimo, estamos abriendo la posibilidad de un futuro brillante, por lo menos lo intentará.