Ángel Sánchez, usuario del Hogar Madre del Redentor: “Cáritas no es solamente lo que ayuda, sino lo que evita"

Este conserje que trabajó veinte años en Madrid aspira a sus 66 años a dedicarse a la encuadernación mientras agradece la labor del Hogar de acogida

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Ángel Sánchez Puerta, el encuadernador de la casa Madre del Redentor

Toni Cruz González

Córdoba - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La barba canosa y el pelo largo le ofrecen a Ángel Sánchez Puertas un aspecto entrañable. Su tono de voz, pausado y transparente, confirma la primera impresión de este andaluz retornado que fue uno de los rostros en la presentación de la campaña navideña de Cáritas.

Ángel es usuario del Hogar Madre del Redentor. Allí espera “arreglar algún problemilla de la jubilación” y por eso se encuentra en la casa de acogida, donde -reconoce- le están “tratando de arreglar los papeles”.

Su historia se puede consumir si no se tiene voluntad en profundizar en apenas un titular: “Estuve trabajando veinte años de Conserje en un centro cultural en Madrid. Tenía 63 años y nos despidieron y nos mandaron a todos al paro”.

Con esa edad, optó por regresar a sus orígenes, donde el destino se le torció: “Me vine a Andalucía porque es la tierra de mis antepasados y aquí perdí el paro con el tema del COVID, no fiché y me quitaron el paro”.

Sin dinero y sin rumbo, “me quedé en la calle y estuve algunos meses viviendo pues... que me conozco todas las fuentes romanos y los edificios árabes de Córdoba”. Hasta que un día “me enteré de la existencia de esta casa y aquí llevo cinco o seis meses”. Y en ella, dice: “Me encuentro bastante bien. Es un sitio agradable con muy buenas personas y aquí llevo cinco o seis meses. Intentando salir adelante”.

Ángel se dedica a la encuadernación y “en mis ratos libres, que es prácticamente todo el día, restauro libros y demás hasta que se me arregle lo de la jubilación”. De hecho, mientras hablamos reparte un par de agendas a un periodista gráfico y a Salvador Ruiz, director de Cáritas en Córdoba. Se lo agradecen hasta no querer aceptarlas (las acaban aceptando).

Le preguntamos por el cartel de la campaña Navideña de Cáritas: “Me he dado cuenta de que hay una fotografía con una caja con un techo hecho con dos partes de esa caja. Le falta a esa casa una puerta y unas ventanas. ¿Cómo es vivir en la calle? Imagínese. Vivir en una caja sin puertas ni ventanas. Se pasa muy mal. Es muy duro. Tienes muy malos pensamientos”. Para Ángel “Cáritas no es solamente lo que ayuda, sino lo que evita”, porque “una persona en una situación límite está dispuesta a casi todo. Y a veces no se puede controlar. Aquí me puedo controlar”. De hecho, el antiguo conserje confiesa que “alguna vez que otra he temido por mi vida. He visto situaciones un poco peligrosas y he tenido que cambiarme de sitio. Gente... grupos de personas... gamberros, ya sabe usted. Sí, he temido por mi vida”.

Ángel tiene un sueño por cumplir: “Tengo 66 años, me quiero jubilar y alquilar un local y dedicarme a hacer encuadernaciones, que es mi hobby... y mi vida”. La suya, la que le están ayudando a recuperar en Cáritas.

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