Finito emociona en el Coso de los Califas y cierra la temporada en Córdoba
Lagartijo cortó tres orejas y Rocío Romero no tuvo suerte con los astados pero con muchas ganas de agradar al público
Córdoba - Publicado el - Actualizado
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La tarde prometía porque alrededor de la plaza de toros ya se palpaba las ganas de toros, y el día acompañó con una temperatura agradable para disfrutar del cartel anunciador. Un día que quedará grabado para muchos por la cita emotiva de los 30 años en los ruedos desde que cogiera la altarnativa Juan Serrano, Finito de Córdoba, que desde el primer momentó sitió el calor de la afición.
No solo los mayores no quisieron perderse esta cita, tampoco lo más jóvenes, que volvieron a demostrar que los toros siguen vivos, que hay continuidad y lo más importante, las tradiciones hay que mantenerlas.
Llegó el momento y las puertas se abrieron para dar paso a los caballos de los alguaciles. Fue cuando todo el público se levantó y aplaudió con entusiasmo para recibir a Finito, Javier Moreno "Lagartijo" y a Rocío Romero al compás del pasodoble dedicado al V Califa, Manuel Benitez "El Cordobés", que se encontraba entre el público. A continuación el himno de España comenzó a sonar y el silencio enmudeció el ambiente, pero a los pocos segundos otra gran ovación arrancó y se escucharon gritos de "Viva España".
La Puerta de Toriles se abrió y por ella salío el primer toro de Finito. Un toro con fuerza y bien presentado, pero de juego muy pobre. El torero lo intentó desde el principio pero el animal era manso y muy parado. La desilusión del maestro se veía en su cara pero aún así hizo todo lo que estuvo en su mano para acabar la faena.
La suerte le sonrió cuando llegó su segundo de la tarde que también salió con fuerza pero tenía algo distinto que Finito pudo ver desde el primer segundo. El maestro salío a por todas recibiéndolo de rodillas en el tercio y con saludo de capote. Algunas verónicas magníficas al viento rematándolas con tres lujosas medias. Poco a poco se iba creciendo en el albero, de una manera natural, marcando los tiempos y buscando su mejor faena.
El toreo perfecto no exite, pero sí existe la entrega y la belleza en una tarde que por momentos se sentía mágica y especial. Muletazos limpios, pases sin esperas, toques magistrales y un torero entregado en el ruedo. Llegaba el momento final, y la estocada entró limpia, algo que hizo que la plaza se levantará entre aplausos y pañuelos al aire pidiendo no una, sino dos orejas. Finito estuvo arropado por la afición, pero también por sus padres, mujer e hija. Un gran triunfo en una tarde, la de Finito, por sus 30 años en los ruedos.
Otra de las figuras que dejó claro que será promesa para la próxima temprada fue "Lagartijo", que lo dio todo desde el principio. Suerte tuvo con sus dos novillos que hicieron que luciera su toreo y sus ganas de gustar. Temple, naturalidad y valentía fue lo que demostró este joven torero que incluso hizo que el corazón del público se encogiera cuando de repente clavó sus rodillas delante de su astado, y con muleta en mano, se llenó de valentía para enamorar al público.
Tan entregado estuvo que en su segundo, una vez dado la estocada y esperando que el animal callera, se puso de rodillas frente a él y el susto llegó a los tendidos, y también al ruedo, porque ese toro que parecía herido de muerte, reaccionó levantando el morrilo hasta chocar en la frente del torero haciéndole un visible daño. Pero esto no fue suficiente para impedir que Lagartijo continuara disfrutando de ese gran aplauso que recibió del público. Dos orejas y una importante ovación que lo pone en el punto de mira para la próxima temporada.
Por otra parte Rocío Romero que llegaba al Coso de los Califas con ganas y entusiasmo, no pudo brillar lo que ella y el público le hubiera gustado, porque no tuvo nada de suerte con sus dos novillos. El primero demasiado manso y muy distraído, algo que llego el final, impedía que se cuadrara para el estoque, por lo que tuvo dificultades para darle muerte.
Y el segundo, un novillo grande, le permitió pinceladas de maestría y sobre todo voluntad de agradar, pero tampoco este se lo ponía fácil. Llegó el estoque que no entró del todo, y después el descabello donde tampoco tuvo demasiado acierto. Aún así el público quiso demostrarle su agrado con un aplauso por la voluntad que puso en el ruedo, una voluntad que seguro le traerá buenas faenas próximamente.
¿Quién ha dido que no hay ganas de toros? Se ha vuelto a ver en Córdoba, que la fiesta nacional está viva y las tradiciones hay que seguir cuidándolas, y eso se hace desde la base. Ayer se pudo ver a niños, también adolescentes, gente joven que no quisieron perderse una buena tarde de toros. Un público entregado, de distintas edades, pero con un denominador común, los toros.