Madrid - Publicado el
1 min lectura
La Sabiduría de Dios está en sus hijos. Ellos se defienden con palabras a las que nadie puede hacer frente. Hoy nos acercamos hasta Santa Catalina de Alejandría. Su vida se centra en torno al siglo IV. De origen noble, destaca por su extremada belleza y por su gran amor a la sabiduría con grandes deseos de estudiar y saber más, teniendo su residencia en Alejandría.
El estudio de la Filosofía, le lleva a conocer el cristianismo, mostrando curiosidad por la Doctrina de Cristo. Del conocimiento pasa a la Profesión Solemne, tras tener un sueño en el que se le aparece la Virgen con el Niño Jesús, animándole a bautizarse. Por entonces Maximino Daia se abandera como gran Emperador de Occidente. Pero su forma de proceder le hace abominable a los ojos de Dios.
Y será la propia Catalina quien, impulsada por Dios se acercará a recriminarle su pecado. Maximiano le lleva ante un círculo de filósofos paganos a los que ella confunde y les hace abjurar de sus errores reconociendo el cristianismo como la Única Doctrina Verdadera y capaz de colmar las aspiraciones de todo hombre.
Al ver que su treta no daba resultado, trató de convencerla a base de promesas y halagos sin obtener resultados porque Catalina se agarraba más al Señor Jesús. En un arrebato de ira, ordena que sea llevada a una rueda con grandes cuchillos.
Pero en el momento del suplicio, todos los puñales saltan y se rompen sin lastimarla. Por este motivo será condenada a morir decapitada, dando testimonio supremo de su Fe. Santa Catalina de Alejandría está enterrada en el Monte Sinaí y es Patrona de los filósofos.