Entrevista

“La Escuela de Hostelería tiene una salida laboral brutal. Con actitud tendrás trabajo toda la vida"

Alejandro Rodríguez es chef, estudió en Islantilla hace nueve años y no ha parado de trabajar desde entonces

Elías Luis Grao

Huelva - Publicado el - Actualizado

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Hace nueve años, Alejandro Rodríguez, natural de Isla Cristina, tomó la decisión de comenzar a estudiar en la Escuela de Hostelería de Islantilla. “Desde que tenía chupete he estado en un bar, me gusta y tenía el guseillo de la cocina. Así que se lo dije a mi madre y me apunté”, explica.

Como él, decenas de alumnos han pasado por este centro educativo de Islantilla, donde se forman los próximos camareros y cocineros del futuro. “Las condiciones de ahora no son las de antes. Los sueldos están subiendo, las horas están bajando… Mi plantilla tiene un horario de 40 horas semanales y las horas extras se pagan. Está todo muy consolidado y no se puede comparar la situación con la antigua cocina”, destaca Alejandro al otro lado del teléfono mientras prepara el servicio del día en su cocina.

"En mi cocina la protagonista es Isla Cristina"

Porque sí, nueve años después de terminar de pasar por la Escuela de Hostelería de Islantilla, Alejandro se encuentra dirigiendo a su propio equipo como chef en el restuarante Doña Lola, en Isla Cristina.

Para llegar ahí, Ale, como le gusta que le llamen los más allegados, ha tenido que escalar desde lo más bajo. “Mi primer mes de prácticas me lo pasé limpiando suelos, platos y haciendo la producción para que los cocineros pudieran cocinar. Al principio no lo entendía, pero con buena actitud y trabajo consigues hacerte un hueco en el equipo.”

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Y así fue. Después de su mes de prácticas, Alejandro se quedó trabajando en el restaurante Poniente (Huelva) donde llegó a dirigir la partida de caliente, es decir, la sección de una cocina que se encarga de elaborar los platos que requieren temperatura.

Como miembro del equipo en Poniente, y más tarde en el restaurante Molino de Marea de Huelva, Alejandro conseguiría dos estrellas Michelín. Aunque su trabajo le encantaba, quiso dar un cambio a nivel profesional.

“Para mi no es el estilo de vida que yo quiero llevar, quería llevar mi propia cocina, estar en mi pueblo, seguir formándome y tener mi propia cocina”. Tras pasar por diferentes fogones, incluido el del negocio familiar, Alejandro consiguió su sueño y comenzó a dirigir la cocina del restaurante Doña Lola de Isla Cristina.

En su cocina “la protagonista es Isla Cristina”. “No solo está presente la gamba, también lo está el choco, los salazones, la sal marina, trabajamos en base a nuestros productos locales”, destaca Alejandro orgulloso de sus raíces.

Alejandro es un ejemplo de cómo la formación profesional abre un nuevo horizonte a jóvenes que no quieren estudiar un grado y tienen pasión por un oficio tradicional. El ahora chef recuerda su paso por la Escuela de Hostelería con alegría. “Fue una etapa muy bonita, donde aprendes, haces muchos amigos, donde siempre tienes una ayuda por parte de tus profesores… Ahora todas las comidas de Navidad las hacen en mi restaurante. Después de nueve años sigue siendo lo mismo, es casi una familia. Profesionalmente, fue un impulso muy grande para llegar donde estoy.”

La Escuela de Hostelería tiene una salida laboral brutal. Quien tenga ganas de trabajar, que vaya a la Escuela, aprenda un oficio como cocinero o camarero, que no le va a faltar trabajo nunca”, destaca. Un curso que empezará el 23 de noviembre.