Así se tratan las adicciones en Proyecto Hombre: "No podía ir solo ni a tirar la basura"
Según los expertos, el apoyo de las familias es clave para superar cualquier adicción
Sevilla - Publicado el - Actualizado
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Todo. Se lo han quitado todo. El teléfono. Las tarjetas de crédito. No le dejan llevar ni un euro en el bolsillo. Y no puede bajar solo ni a tirar la basura. Así comienza el proceso en Proyecto Hombre para un adicto.
Prefiere no dar su nombre público. Así que lo que presentamos como José. Tiene 53 años y hace solo tres meses ingresó en Proyecto Hombre Sevilla. José conoce muy bien eso que llaman la adicción silenciosa. Es la adicción a juegos de azar. Y José lo sabe bien porque él es ludópata.
Roberto tenía 18 años cuando empezó la terapia de Proyecto Hombre. Hoy tiene 24 años, se ha reencontrado con sus terapeutas entre abrazos y escucha la historia de José como si fuera la suya. Porque un día lo fue.
Los expertos advierten: “Se trata de un fenómeno en auge entre los más jóvenes”. Este colectivo empieza a jugar a edades muy tempranas en juegos de apuestas online. Es más, 6 de cada 10 menores reconocen que ha apostado alguna vez.
Tocar fondo
Un equipo de COPE Andalucía entra en Proyecto Hombre Sevilla y comparte terapia con estos usuarios. Desde las 9 de la mañana han ido llegando acompañados de sus familias. En la terapia grupal, José cuenta que su impulso para ir a Proyecto hombre fueron su mujer y su hija de diecinueve años: “Llegué a tener muchas deudas. Toqué fondo”.
El trabajo de Proyecto Hombre es clave para que estas personas dejen sus adicciones al juego. Gonzalo García-Bruto, coordinador terapéutico de Proyecto Hombre Sevilla no deja clara una cosa: “Todos somos vulnerable ante los juegos de azar”.
¿En qué momento debemos preocuparnos y pensar que nuestro hijo o nuestra madre pueden ser ludópatas? Gonzalo cree que debemos sospechar que "algo raro pasa cuando cambian su actitud y se vuelven introspectivos".
La prueba de fuego
Eso fue lo que le pasó a José Luis: “No confiaba en nadie”, nos cuenta. Todo cambió después de la terapia. Le dieron el alta terapéutica hace siete meses. Hoy ve todos aquellos momentos con la perspectiva de haberlo superado.
Y comparte recuerdos con nosotros: “Siempre había una excusa para jugar. Si estaba triste, pensaba que me animaría, y si estaba contento, quería celebrarlo jugando”.
Hoy, lo tiene superado. ¿Y cómo puede saberlo? Porque cuando tiene un mal día, o discute con su pareja, no necesita aferrarse a ninguna adicción. Esa es la prueba de fuego.
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