Un farmacéutico alerta del riesgo de consumir cloretilo: el spray que toman los jóvenes en la Feria de Abril

Produce euforia, cosquilleos, cambios en la percepción del tiempo, risa incontrolable y hasta alteraciones visuales. Son algunos de los efectos de inhalar cloretilo. No es un medicamento, pero sí un producto sanitario usado como anestésico local con efecto frío sobre la piel para tratar golpes, especialmente en medicina deportiva. Se suministra en spray para, por ejemplo, aliviar el dolor de pies cuando se usa tacones y se puede adquirir por unos 10 euros en las farmacias.

Las alarmas han saltado después de que los agentes tutores de la Policía Local de Sevilla lo hayan incautado en el entorno del botellón de la Feria de Abril. Es, no obstante, cada más usado en fiestas entre los jóvenes que lo pulverizan sobre una prenda de ropa y lo inhalan mientras consumen alcohol. Una bomba que puede provocar efectos secundarios peligrosos.

Desde el Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, Pablo Morel, Vocal de Oficina de Farmacia alerta de que “el cloretilo inhalado llega directamente al cerebro”, de ahí que quienes lo consumen acaben con un estado de desorientación, excitación o sensación de malestar, además de provocar mareos o taquicardias.

Morel asegura que “es una molécula muy pequeña que si se inhala llega directamente al sistema nervioso central” pero que, en dosis bajas, da sensación de euforia, semiinconsciencia y aumenta la risa. Pero es un producto que “no está preparado para controlar la dosis, por lo que las consecuencias pueden ser más graves”.

Barato y accesible

Se puede comprar fácilmente en internet, en parafarmacias y farmacias sin receta médica, a pesar de que algunos colegios farmacéuticos como el de Valencia han demandado que se controle su dispensación tras haber detectado también su consumo entre los jóvenes en sus fiestas populares.

Su precio oscila entre los 8 y 12 euros, más barato si se adquiere por internet y entre 10 y 12 euros en farmacias y parafarmacias. De momento la única solución que se plantea es, entre los farmacéuticos, estar vigilantes en su venta y en el caso de los padres, "advertirles que si lo tienen en casa y creen que los jóvenes pueden estar usándolo que lo observen porque tienen un olor químico fácilmente identificable tanto en las manos como en la ropa".