El día en el que un municipio de Teruel registró -30ºC: "La temperatura más baja de la historia de España"
El 17 de diciembre de 1963 Calamocha registró -30ºC, récord de frío en una localidad habitada en nuestro país
Teruel - Publicado el
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La madrugada del 17 de diciembre de 1963 quedó grabada en la historia meteorológica de España. En la localidad turolense de Calamocha, un pequeño municipio de la comarca del Jiloca, los termómetros descendieron hasta los -30 grados centígrados, una temperatura extrema que se convertiría en un récord absoluto en zonas habitadas del país.
Aquel día, los vecinos de Calamocha y sus alrededores despertaron en un paisaje completamente helado. Las calles, cubiertas por una capa de nieve caída días antes, brillaban como cristales bajo la escasa luz del amanecer. Las temperaturas nocturnas, combinadas con la ausencia de viento, los cielos despejados y el efecto reflectante de la nieve, crearon las condiciones perfectas para este fenómeno extremo.
Según los datos recopilados entonces, el descenso térmico se debió a un fenómeno de inversión térmica. La combinación de cielos completamente despejados y una noche larga permitió que el calor acumulado durante el día se disipara rápidamente hacia la atmósfera. Además, la nieve, presente en el suelo, actuó como un reflector natural, devolviendo el calor hacia arriba y favoreciendo el enfriamiento de la superficie.
El frío intenso no fue exclusivo de Calamocha, pero sí alcanzó allí su máxima expresión. En otras localidades cercanas de la provincia de Teruel, como Fuentes Claras.
récord histórico
El valor de -30 grados centígrados fue registrado en una estación meteorológica ubicada en el término municipal. Este dato, recogido por la entonces Red Nacional de Meteorología, pasó a ser un récord absoluto en España en lo que respecta a zonas habitadas. Si bien es cierto que en zonas de alta montaña, como los Pirineos, se han registrado temperaturas más bajas, nunca antes se había documentado algo similar en un núcleo poblado.
El Aeródromo de Calamocha, que también sirvió como punto de observación, fue otro escenario clave en el registro de aquel evento climático. Durante años, ha existido cierto debate sobre si la medición oficial se tomó en el aeródromo o en la estación meteorológica principal, pero lo que nadie discute es la excepcionalidad de aquel día.
Para los habitantes de Calamocha, aquel día fue una lucha constante contra el frío. Las tuberías se congelaron, lo que dejó sin agua corriente a muchas viviendas. Los cristales de las ventanas amanecieron cubiertos por una gruesa capa de escarcha, y las puertas de madera, hinchadas por el hielo, apenas podían abrirse.
Algunos vecinos recuerdan cómo las brasas de las estufas y chimeneas apenas conseguían caldear las casas, que no contaban con sistemas de calefacción modernos. Los animales en las granjas también sufrieron las consecuencias de la ola de frío, y muchos tuvieron que ser protegidos en improvisados establos cubiertos con mantas y paja.
Los testimonios de los mayores de Calamocha relatan cómo los niños acudían a la escuela con capas de ropa que apenas les permitían moverse. Los trabajos agrícolas quedaron completamente paralizados, y los comerciantes apenas podían abrir sus negocios debido al frío extremo.
El 17 de diciembre de 1963 no solo marcó un récord meteorológico, sino que también se convirtió en un símbolo de la capacidad de adaptación de los habitantes de Calamocha. En una época en la que no existían predicciones meteorológicas precisas ni sistemas de alerta, la población tuvo que hacer frente a las condiciones extremas con ingenio y resistencia.
Hoy en día, aquel récord sigue siendo motivo de estudio y admiración entre los expertos en climatología. La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) continúa reconociendo los -30 grados registrados en Calamocha como un hito histórico en la climatología española.
Aquel gélido 17 de diciembre de 1963 dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de Calamocha y en los archivos meteorológicos de España. Un día en el que el frío alcanzó su máxima expresión, y en el que un pequeño municipio de Teruel se convirtió en el epicentro de un fenómeno climático único.