El ecosistema marino y el suelo: los principales afectados por las consecuencias de la erupción en La Palma

Los minerales que contiene la lava y las cenizas pueden perjudicar a la biología marina y fomentar la propagación de especies diferentes que cambien los ciclos

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Beatriz Calvo

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Este domingo se cumplen tres semanas desde que el pasado 19 de septiembre entrara en erupción el volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma. Tras 21 días, las coladas de lava han arrasado más de 497 hectáreas y han destruido más de 1186 edificaciones, según las últimas informaciones publicadas por el Instituto Volcanológico de Canarias en la madrugada de este domingo.

No se puede determinar en que fecha se detendrá la erupción del volcán aunque se ha estimado que dure entre 24 y 84 días. Lo que sí se puede predecir, al menos en pequeña medidas, son las consecuencias que va a suponer para la isla esta erupción. Hay que destacar cuatro puntos que, de una manera u otra se van a ver afectados por el volcán Cumbre Vieja. Se trata de la fauna marina, los acuíferos, el terreno de la isla y el aire de la misma.

Cuatro consecuencias de la erupción del volcán Cumbre Vieja

Tras días de incertidumbre, la lava llegó al mar en la madrugada del miércoles 29 de septiembre en una zona de acantilados en la costa de Tazacorte, concretamente en las cercanías de la playa de Los Guirres, formando un nuevo delta que no ha dejado de crecer desde entonces. Este fenómeno es uno de los más estudiados tanto por vulcanólogos como por geólogos y biólogos, ya que los minerales que contiene la lava y las cenizas pueden perjudicar a la biología marina, al mismo tiempo que cabe la posibilidad de que fomenten la propagación de especies diferentes y cambien sus ciclos. Uno de los mayores miedos de los expertos es que la lava contribuya a la proliferación de algas en los litorales marinos que podrían modificar el ecosistema marino de las islas.

En segundo lugar, los efectos bajo tierra son indudables. Existe un peligro real de contaminación de los acuíferos, de los cuales depende en gran medida la agricultura de La Palma. Por ello, se están realizando controles de manera diaria para asegurar que no existe contaminación y que el agua es segura.

El tercer aspecto importante, que sin duda ya se ha visto afectado, es el suelo de la isla. Hay casi 500 hectáreas cubiertas de lava y las coladas continúan avanzando. Cuando cese la actividad volcánica, la lava se enfriará, pero el terreno que deja no es muy propicio para la vida. El resultado de la solidificación de la lava es un suelo árido y escarpado conocido como malpaís, que se puede reconocer en varias zonas de Tenerife.

Existe una especie arbórea propia de Canarias, la faya, que es resistente a tierras secas y a vientos fuertes, y cuyo ciclo facilita que el nitrógeno se fije en el suelo y ayuda a la posibilidad de vida de otras plantas. Es un árbol que se ha plantado en Hawaii y que da esperanzas a la tierra cubierta por la lava.

Por último, las masas de aire también se están viendo afectadas por la erupción y seguirán haciéndolo. Las cenizas del volcán pueden contener importantes cantidades de sulfato que al ascender por la atmósfera y humedecerse provocan lluvias ácidas. Esto no quiere decir que La Palma y otras zonas de Europa vayan a verse afectadas por este fenómeno, aunque sí habrá cierto nivel de acidez que puede extenderse por zonas del mediterráneo, sin consecuencias graves.

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