Artículo de Julio Martínez Romero

La alegre torería

La historia del toreo antiguo fue una contienda entre escuelas: la rondeña y la sevillana. Incontables son los postulados sobre cuál era mejor. Román ha fraguado su propia escuela. Escuela que aúna valor y dicha. Ayer añadió un capítulo más a su doctrina. Ayer volvió a Madrid

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La historia del toreo antiguo fue una contienda entre escuelas: la rondeña y la sevillana. Incontables son los postulados sobre cuál era mejor. Román ha fraguado su propia escuela. Escuela que aúna valor y dicha. Ayer añadió un capítulo más a su doctrina. Ayer volvió a Madrid.

El eterno debate sobre qué escuela reunía los valores intrínsecos a la tauromaquia fue habitual en siglos pasados. La escuela rondeña que capitaneaba el genial Pedro Romero apostaba por la inteligencia y la sangre fría para lidiar a los toros. El toreo de valor, vaya. Otro menos conocido, quizá menos importante y relevante para la fiesta fue José Cándido; a él se le atribuye la creación de la escuela sevillana, aquella que vencía al toro por medio de la alegría, el toreo de la movilidad, el toreo bullanguero. La astucia para conquistar al público y al toro. Se decía que la primera era mejor que la segunda. La realidad es que la una no podía vivir sin la otra.

Ahora, el debate de las escuelas ya no cuenta con muchos adeptos. Cada cual va a la plaza a ver lo que le gusta. Muchos fueron ayer a Las Ventas a ver a Román, porque el joven valenciano sí que tiene adeptos. Si está creando escuela o no me lo reservo, pero la realidad es que es un torero distinto. Reúne las características necesarias para funcionar en el toreo. Mezcla el valor y la inteligencia de la escuela rondeña con la frescura y la alegría de la escuela sevillana. 

De no ser por la espada, Román hubiese cruzado el umbral de la puerta grande a hombros. Ya lo hizo en verano. 2 puertas grandes consecutivas no son fáciles ni en una plaza de carros, en Madrid es casi una utopía. Esto demuestra que el toreo no tiene escuelas ni preceptos. El toreo es una guerra entre toro y torero. Hay unos cánones, claro que sí. Algunos se los saltan -a la torera, cómo no-, pero como bien dijo Belmonte, "se torea como se es". Román es buena gente. La historia del toreo no la escriben las buenas personas, la escriben los buenos toreros. Román tiene mucho de ambas bondades. Que la suerte le acompañe, la merece. Bravo, Román.

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