De 40.000 cabezas a ninguna: El pueblo más ganadero de Guadalajara se queda sin explotaciones

Enrique Teruel es el último ganadero profesional y acaba de vender las 900 cabezas de ganado que le quedaban

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De 40.000 cabezas a ninguna: El pueblo más ganadero de Guadalajara se queda sin explotaciones

Javier Herrero

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En su día Checa llegó a albergar hasta 40.000 cabezas de ganado, sobre todo ovejas merinas que son las que mejor aguantan el frío. Ahora solo pastarán en sus padros las que lleguen allá por mayo en la trashumancia. "Antes imagínate, eramos muchos, nos ayudábamos, nos reuníamos y estábamos más unidosera diferente. Ahora estás totalmente expuesto y si te pasa algo no tienes a nadie que te ampare o te ayude". Lo dice Enrique Teruel, con su ganado recién vendido. Es el último ganadero de uno de los municipios con mayor tradición ganadera de la provincia de Guadalajara. Y no es poca cosa la falta de auxilio teniendo en cuenta que en la comarca molinesa no solo se pasa mucho frío en invierno, si no que también, como nos cuenta, te expones a lobos, ciervos, buitres o alimoches.

Enrique empezó en la ganadería con 14 años, cuando dejó el colegio después de completar la educación básica. Lo hizo viendo a su padre y ayudándolo. Nació en él un amor por los animales, algo que es clave para dedicarse a ello: "Para ser ganadero esto te tiene que gustar mucho, tienes que estar cerca de los animales desde pequeño. Esto no es que uno coja y diga que quiere serlo. Hay mucho sacrificio, son 365 días al año llueva, nieve o estés enfermo". No hay gente dispuesta a hacerlo ni él lo recomienda a ninguno de sus dos hijos dedicarse a ello. No es rentable ni una vida que a día de hoy merezca la pena, la cosa ha cambiado mucho.

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La decadencia de un sector clave

Para entender el declive de la ganadería y del sector primario en general hay que abordar muchos frentes. Uno de los principales es el vínculo que tiene con el mundo rural, si se muere, el campo también sufre, "Antes necesitabas una guía para corderos y tenías tu veterinario en el pueblo, ibas, la sacabas sin problema y era fácil. Ahora te matan a papeleo, yo tengo 42 kilómetros hasta Molina de Aragón, todo son problemas y trabas y pierdes una mañana para sacar una simple guía". La despoblación lo complica, pero sus palabras también entroncan con otro de las principales quejas de ganaderos y agricultores, la burocracia excesiva para un trabajo sencillo que cada vez, dicen, complican más desde las instituciones.

Precisamente en los despachos y en los gabinetes es donde tiene su origen otro de los problemas a los que apunta Enrique: "No se puede comparar todos los territorios por igual a la hora de dar subvenciones. Aquí el invierno dura 6 meses y es extremadamente duro. Aquí el ganado sobrevive al invierno a base de pienso, llueva o no tienes que darles de comer continuamente y las subvenciones se van en pienso. No es lo mismo una explotación aquí que en otro lado más cálido, por ejemplo".

Papeleo, subvenciones alejadas de las realidades reales o la falta de relevo son algunos de los muchos problemas de un sector que ahora solo puede sobrevivir gracias a las grandes cooperativas. "Ellos son los únicos que se pueden hacer cargo y permitir tener personal. Si tienes 7.000 cabezas puedes mantenerte con ayuda. Nosotros los pequeños ganaderos que tenemos que hacerlo todo, lo tenemos mucho más complicado". Eso es precisamente lo que va a hacer él ahora, a sus 62 años, convertirse en un asalariado en la época del año en la que vuelvan las 900 ovejas que acaba de vender. Trabajaré 6 meses al año y nada, con mi nómina y listo, pero ahora estoy inquieto. Después de 50 años, veo todas las naves y los comederos vacíos y las echo de menos".

Es la voz de un sector que muere, del último ganadero de Checa.

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