La Complutense rinde homenaje mañana al guadalajareño Francisco Aritmendi

Fue el primer atleta español en ganar un campeonato internacional, pero sus éxitos van mucho más allá del deporte

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La Complutense rinde homenaje mañana al guadalajareño Francisco Aritmendi

Javier Herrero

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Todo aquel que conozca la figura de Francisco Aritmendi puede pensar que su mayor logró fue el de ser el primer español en ganar en una competición de atletismo internacional, pero se equivocaría.

Su mayor éxito lo resume mejor que nadie el hijo al que le puso su mismo nombre, "Lo más importante es lo que nos inculcó, la humildad, las ganas de seguir adelante siempre, de aprender a levantarse, de luchar cada mañana y seguir. Y eso es lo que llevas dentro, al final. Vale más que cualquier cosa que te den que es perecedera y se va a terminar, esto no se termina nunca, lo llevamos dentro".

¿Cómo se educa a un hijo? Respuesta complicada, pero muchas veces no hacen falta grandes cosas, muchas veces basta con el ejemplo. Y eso es lo que han visto a lo largo de su vida los cuatro que tuvo con su mujer Francisco Aritmendi.

Efectivamente en 1964 Aritmendi consiguió ganar el Cross de las Naciones y ser el primer español en triunfar fuera de nuestras fronteras, pero como nos dice su hijo lo importante no es lo que consiguió, si no cómo lo hizo: "Tuvo que luchar mucho y lo hizo sin ayudas, porque entonces no había ayudas. Mi padre trabajaba y se dedicaba al deporte en paralelo. Iba consiguiendo un trabajo y otro, cuidó el campo del Barcelona, por ejemplo, y así iba pudiendo salir adelante". Y para hacerlo, de hecho, tuvo que retirarse del atletismo a los 27 años.

Mañana, 60 años después de aquel triunfo en Dublín con el Cross de las Naciones, Aritmendi va a ser uno de los grandes homenajeados en el V Memorial de Atletismo Miguel de la Quadra-Salcedo. Sin tener muchos detalles de cómo va a ser el acto, sin duda la parte más emotiva será la de la entrega a su mujer y a sus cuatro hijos de una réplica de la medalla de aquel Cross de las Naciones que tuvo que vender en su día por motivos económicos. "Con la medalla también hay algo de leyenda. Efectivamente la vendió pero no valía gran cosa. A pesar de lo que alguno pueda pensar, era casi testimonial, tendría un ligero baño en oro, pero no tenía gran valor. Tuvo que vender no eso, si no todo lo que se tenía para poder salir adelante".

Al final, la competición más dura de Aritmendi no fue con las zapatillas puestas, si no en el día a día, con su familia y ante la realidad de la vida. Al final hoy en su Guadalajara natal, se le recuerda como un hombre cercano espontáneo y bueno, y eso, de nuevo, es su mayor triunfo.

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