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«No se puede entender una Iglesia sin mujeres»
Las mujeres de hoy somos fruto de aquellas que nos precedieron, de aquellas que lucharon y se dejaron la piel por conseguir los derechos y libertades de ahora.
Madrid - Publicado el
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Mientras miles de mujeres se manifestaban el pasado martes por las calles de nuestro país reivindicando libertad e igualdad, miles de mujeres más no tuvieron esa opción. Y no porque no quisieran, sino porque están inmersas en una cruel contienda que no les permite reivindicar otra cosa que no sea la paz para su país y la estabilidad para sus familias. Puede sonar oportunista, pero más bien diría que es realista, la triste realidad que viven las mujeres ucranianas en la actualidad.
Y es que las mujeres de hoy somos fruto de aquellas que nos precedieron, de aquellas que lucharon y se dejaron la piel por conseguir los derechos y libertades de los que ahora disfrutamos. En Ucrania, miles de mujeres son hoy la semilla de las mujeres del mañana, no solo en su país, me atrevería a decir que en el resto de Europa también: ellas son abuelas aguerridas que se niegan a abandonar sus hogares, madres que se tragan las lágrimas y escapan con sus hijos en busca de libertad, jóvenes que aprenden a manejar un arma para defender con dignidad su país...en definitiva, ellas son mujeres valientes, espejo donde las niñas, y no tan niñas, querrán reflejarse.
Tenemos hoy un programa muy femenino, que no feminista, eso lo dejamos para otros espacios. Por eso hemos querido contar con una voz de mujer que nos ofrezca un testimonio de vida y, por qué no, también de fe. Ella es Fátima Ubillus López, madre de familia. Desde hace más de 30 años vive en Trescasas, localidad donde trabaja como monitora en el comedor escolar y donde regenta una pensión rural con la que contribuye en la evolución del tejido económico. A pesar de todo ello, Fátima también tiene tiempo para dedicar a la parroquia, donde es catequista y miembro del consejo parroquial.
La misma ilusión y esperanza con la que trabaja en el colegio y regenta un negocio que poco a poco va resurgiendo tras el parón de la pandemia es la que pone en su labor parroquial. No solo prepara a los más pequeños para recibir la Primera Comunión, sino que anima a sus familias a que participen y se sientan integrados en la comunidad parroquial. Una comunidad en la que Fátima participa activamente, siendo también miembro del Consejo Parroquial.
Por suerte, ella no ha experimentado ningún tipo de desigualdad ni en su trabajo ni en la parroquia. De hecho, asegura que las féminas son mayoría en el consejo, pues está formado por tres hombres y cinco mujeres. Fátima agradece la evolución en el papel de la mujer en la Iglesia, puesto que considera que ahora son más tenidas en cuenta, «se nos escucha», asegura, y «nuestras opiniones son tenidas en cuenta». No obstante, siempre hay camino para mejorar, y aunque ya se han dado los primeros pasos, Fátima subraya que el mayor reto fututo para las mujeres en el seno de la Iglesia es poder acceder a cargos de mayor responsabilidad.