Un peluquero de Girona se emociona por lo que graba la cámara cuando está pelando a un niño: "El mejor oficio"
No hay nada como la inocencia de los más pequeños para que valoremos muchas cosas que pasan en el día a día y que, con ellos, cobran sentido
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Proliferan como las setas en otoño. Están en todos los barrios de Madrid, y en algunos, dado su éxito, hay casi tantas como bares. Las peluquerías han ido mutando también más allá de la capital de España, con un negocio tan agradecido como el que se puede ver en Girona, con el ejemplo que pone este profesional.
Cortes de pelo de entre 4 y 7 euros para hombres y niños; de 6 a 12 euros para mujeres con lavado o peinado incluido; tintes a partir de 9,90 euros o mechas desde 12,90... Y eso sin contar con extras como manicuras, uñas de porcelana, alisados japoneses o masajes a unos precios asequibles, han revolucionado un sector muy castigado.
A pesar de las restricciones de la pandemia, que en su momento hizo temer por el cierre de muchos negocios, los salones de belleza han salido reforzados. Más allá de las peluquerías, la apertura de numerosos locales de manicura cambia el ecosistema de algunos barrios en muchas ciudades de la península.
Prometen un resultado perfecto, un tratamiento de calidad, un peinado excelente, al mejor precio. Sus carteles se dibujan en los escaparates, acristalados, en colores llamativos y con letras imposibles de no percibir cuando uno pasea frente a ellos. Ahí donde muere una vía, habrá un establecimiento.
Un peluquero
Son una buena opción para los usuarios que, por culpa de su situación económica, no tienen tanto dinero para cortarse el pelo. Aunque el auge de estas peluquerías a bajo coste está afectando a los salones tradicionales. A la vez, han surgido negocios muy profesionalizados con el objetivo de convencer al cliente con un mejor resultado.
El valor de las peluquerías tradicionales es cumplir con las peticiones del cliente. Y para ello es necesario la personalización, la calidad de los productos y la buena atención, algo que no miran en las low cost. De hecho, algunos optan por subir los precios para poner en valor su trabajo.
Hay una realidad que también es resultado de esta situación. Los peluqueros de toda la vida han tenido que replantearse su modelo de negocio y no solo eso, se han visto obligados a cerrar porque han reducido la clientela más del 50 por ciento. La crisis de la Covid-19 fue un punto de inflexión.
De los 50.000 salones de peluquería y estética que había abiertos en marzo de 2020, han sobrevivido menos de 35.000, es decir, más de 15.000 no han tenido más remedio que echar el cierre. Los que permanecen aún en pie luchan por salir adelante, pero no lo están teniendo nada fácil.
"El mejor oficio que hay"
Invertir en una peluquería en España no solo es una oportunidad para emprender en un sector creativo y dinámico, sino también da momentos como el que se puede ver en este vídeo. El peluquero graba el momento en el que corta el pelo a un niño y la reacción de este lo dice todo.
Gestionar una peluquería con éxito requiere una combinación de habilidades empresariales, conocimientos del sector y una comprensión profunda de las necesidades de los clientes. Está claro que este profesional tiene a su parroquia bien contenta. Este joven es un buen ejemplo para demostrarlo.