CINE Y MOTOR

Sin tiempo para morir

Toyota Land Cruiser

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Indudablemente, esta película debe marcar un punto de inflexión en la saga más popular y longeva de la historia del cine. Equilibra la evolución del famoso agente, que se amolda a los tiempos actuales, con sus eternas señas de identidad. Además, ahonda en los aspectos humanos, sin privarnos de escenas espectaculares, en el marco de una intriga compleja, pero perfectamente inteligible que enlaza con las entregas anteriores y donde el villano de turno no desentona en absoluto.

James Bond se ha retirado y disfruta de una apacible vida en Jamaica, aunque sus heridas sentimentales no terminan de cerrarse. Esa tranquilidad termina cuando Félix Leiter, su viejo amigo de la CIA, le pide ayuda: un científico ha sido secuestrado y solo él conoce los secretos del proyecto Heracles, encaminado a fabricar el arma selectiva más asoladora y sigilosa que haya podido existir. A medida que se implica en la misión, irá descubriendo las conexiones del caso con SPECTRE, el MI6 y antiguos compañeros de viaje.

El extenso preámbulo, estructurado en dos partes, pasa del suspense a la acción intensa, abriendo las mejores expectativas. Hasta las propias localizaciones contribuyen a generar buenas vibraciones, especialmente al trasladarse a la atractiva localidad de Matera (Italia), Patrimonio de la Humanidad, a lo que se une el guiño a 007 al servicio secreto de su Majestad (1969).

El film recupera su coche más emblemático: el Aston Martín DBS de 1964, pero además, la propia marca británica aporta también varios modelos más: el Aston Martín V8 Vantage de 1984 y que ya apareció en 007: Alta tensión, el Aston Martín DBS Superleggera, un superdeportivo de lujo del 2018 y finalmente, una de sus últimas creaciones: el Aston Martín Valhalla, un biplaza que aquí apenas aparece en el fondo de una secuencia.

Además, hay varios Land Rover como Defender y Range Rover Sport. También vemos en la introducción un Maserati Quattroporte y un Jaguar Fx. Por cierto, la motocicleta con la que Bond da un salto impresionante en los primeros minutos del film, superando un muro altísimo, como vemos también en el tráiler, es una Triumph Scrambler 1200 y da la sensación de que han estirado un poco la ficción en esta secuencia.

En la parte final de la película tiene especial protagonismo otro todoterreno, un Toyota Land Cruiser serie 100, de color amarillo, de 1998, con el que Bond trata de escapar de sus enemigos. Este modelo tiene sus orígenes en 1951 y las ventas totales de los modelos Land Cruiser suman ya más de 10 millones de unidades en todo el mundo.

Después de la rendición de Japón en 1945, Toyota empezó la producción de camiones para ayudar a la reconstrucción del país. Este vehículo prácticamente es coetáneo al Jeep, que fue su principal competidor, como lo sería también el Land Rover.

En 1957, después de su participación en la guerra de Corea como vehículo militar, su superioridad era ya ampliamente reconocida por los americanos. Por ello, el perfeccionamiento de la línea del Land Cruiser evolucionó en términos de confort hacia un estilo que se mantuvo sin grandes variaciones.

El modelo que vemos hacia el final de esta película mide casi 5 metros de largo y 2 metros de ancho, y 1,85 de altura, pesa 2.500 kilos y tiene una capacidad para 7 viajeros. Su motor es de 6 cilindros en línea y alcanza una velocidad máxima es de 170 km/hora, con un consumo medio de 15,6 litros cada 100 kilómetros.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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