El motivo por el que decidió ser monja Juana de la Cruz, religiosa de Toledo que será beata sin necesidad de un milagro

El Papa Francisco ha autorizado la beatificación de la religiosa del siglo XVI que fue abadesa del convento de 'Nuestra Señora de la Cruz' en Cubas de la Sagra

Juana de la Cruz

Redacción Religión

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Juana de la Cruz será beatificada sin necesidad de un milagro después de que el Vaticano haya confirmado que el Papa Francisco haya aprobado el decreto de esta 'beatificación equipolente', que permite elevar a los altares a una persona sin esperar la verificación de un milagro.

La religiosa española del siglo XVI fue monja franciscana y abadesa del convento de 'Nuestra Señora de la Cruz' en Cubas de la Sagra, en Madrid. Nacida en la localidad toledana de Numancia de la Sagra en 1481 y fallecida con fama de santidad en 1534, su nombre real es Juana Vázquez Gutiérrez.

Las virtudes de la futura beata empiezan a brillar desde su juventud, cuando a los quince años, sola, a pie y vestida de hombre, manifestó su decisión de consagrarse a Dios huyendo del matrimonio concertado. Ingresó en el Beaterío, que llegó a ser, gracias a su labor, un verdadero Monasterio, del que fue nombrada Madre abadesa con tan solo 28 años.

Su sabiduría y don de profecía hacía que miles de personas se acercaran hasta el monasterio con el fin de conocerla y recibir sus consejos. Una popularidad que llegó a la alta nobleza. Acudían a ella desde el Gran Capitán al Emperador Carlos V, y recibió la protección del cardenal Cisneros.

Las virtudes de Santa Juana de la Cruz

La Madre Juana de la Cruz vivió profundamente las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y los consejos evangélicos (castidad, pobreza y obediencia), destacando especialmente en ella la prudencia, la mansedumbre o espíritu de dulzura, la compasión y la alegría en el servicio a sus hermanas y a la Iglesia de Dios.

Dos ejemplos de ellos fueron cómo en 1507 experimentó el "desposorio místico", es decir, sentía que la Virgen María era la Madrina que entrega a su Hijo el anillo para su esposa y un año más tarde empezó a mostrar estigmas en su carne.

Su fama de santidad queda acreditada, entre otras cosas, por el hecho de que el monasterio donde está enterrada, en Cubas de la Sagra, es desde hace tiempo conocido como el de Santa María de la Cruz o Convento de Santa Juana.

Cada año, el primer sábado de Pascua, se realiza una peregrinación desde la Ermita de Numancia de la Sagra hasta el Monasterio de Santa María de la Cruz, de Cubas, que recorre el camino que hizo la joven Juana huyendo de un matrimonio concertado y hasta su destino como religiosa en este convento, abrazando su vocación como Sor Juana de la Cruz.

Las apariciones de la Virgen en el Monasterio donde está enterrada Santa Juana de la Cruz

El Monasterio y Santuario de Santa María de la Cruz y Santa Juana cuenta además con documentadas apariciones de la Virgen en 1449 a una pastorcilla de nombre Inés Martínez que contaba con doce años. Según la propia descripción de la niña, de la que se levantó acta oficial esos mismos días, la Virgen Santa María era “una Señora muy hermosa, cuyo rostro resplandecía” y vestía paños de oro.

Las apariciones fueron seis, concentradas en 17 días. Tuvieron lugar siempre en el campo mientras se ocupaba de los cerdos, en las cercanías de Cubas, a mediodía. A la Virgen la veía exclusivamente Inés, y sólo otra vez la oyó otra niña.

Construida la iglesia en 1450, se llamó al lugar "Santa María de la Cruz" y se conserva documentación notarial de 76 milagros reconocidos allí en los cincuenta años posteriores, de los que veinte, tuvieron lugar en los primeros meses.

Después de la iglesia, en 1464, llegaría el ‘beaterío’ para vivir en comunidad y oración Inés junto a otras mujeres. Inés, junto a otras, dejaron el lugar, viendo que no era ese su llamado. En mayo de 1496 llegó Juana Vázquez Gutiérrez, ‘la Santa Juana’, con quince años, a Cubas de la Sagra.