El dueño del Café Delicias denuncia trabas para reabrir el mítico local de A Coruña

Asegura que ha cumplido todos los requisitos requeridos para regularizar la licencia del local situado en Cuatro Caminos

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Hablamos con el dueño del Café Delicias de A Coruña sobre el cierre del local

Noela Bao

Coruña - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

La cafetería Delicias de A Coruña aspira a reabrir con horario de Café Bar. El Ayuntamiento clausuró el local el 22 de marzo y desde entonces el local, situado entre las calles Concepción Arenal y Alcalde Marchesi, no ha vuelto a abrir.

La sorpresa saltó justo antes de Semana Santa. La Policía Local se presentó la madrugada de un viernes en el mítico local de Cuatro Caminos y comunicó al dueño que no podría seguir con su labor. Incumplimiento de horarios y exceso de ruido, por el volumen de la música, fueron las razones que alegaron los agentes.

Licencia de café-bar

Desde entonces, el dueño del Delicias lleva intentando reabrir el local, pero hasta ahora sus esfuerzos han sido en vano. Primero alegó que tenía una licencia de café bar especial que le habilitaba a abrir con el horario en que lo hacía, prácticamente toda la noche.

“Yo en realidad lo compré para montar una sala de juegos, y en esa misma semana me cambió la ley y quedé como café-bar desde el año 83”, aclara Pepe Becerra, el propietario del Delicias desde hace más de 40 años. Según su versión, en ese momento solicitó la licencia y se la concedieron en 1986. “Ahora, te dicen que no tienes licencia, que no te llamas Pepe, que eres Juan”, lamenta.

Desde el Ayuntamiento alegaron que esa licencia no es ya válida y que se tiene que adaptar a los horarios de un café-bar del siglo XXI. Es decir, que como mucho pueda abrir hasta las 2:30 de la madrugada Pepe asegura que ya ha cumplido los requisitos, pero le siguen dando largas.

“A mí lo que se me había pedido anteriormente es retirar unos altavoces y un amplificador que tenía. Lo he hecho. Me pidieron un escrito para abrir que para tener un horario normal, se le presentó el escrito, me pidieron que le mandara una foto de los altavoces y del amplificador retirado, lo presenté y está entregado. Realmente no me queda hueco para nada”, considera.

Impotencia ante la administración

Con todos los problemas e impedimentos que, dice, le están poniendo, empieza a ver una mano negra que quiere impedir que reabra el Delicias. De la administración local considera que “no están a nuestro servicio para nada, no sabemos al servicio de quién está esta gente. Es como si alguien estuviera ahí por arriba”. Tras varias visitas a Urbanismo, su conclusión es que la situación “es increíble, es indignante e increíble”.

Al menos, continúa abierto el Café Delicias anexo, en Alcalde Marchesi, pero con estos ingresos tiene que mantener a la plantilla y los gastos de dos locales. Sigue sin entender por qué le han cerrado el bar “si no ha tenido una puñetera sanción en su vida” y entiende como un “auténtico despropósito” que se cierre un negocio “porque un cliente canta alto”.

Se siente impotente y sin armas para poder actuar. Y lamenta la situación que vive, en relación, subraya, a otras personas que se toman la justicia por su mano. “Si te pones tonto, te precintan y si te precintan no puede estar dentro ni el propietario, y le das una patada en el culo a cualquier indigente que ande por la calle, lo metes para dentro y no hay ley que lo eche fuera del local. ¿Qué te parece?”, reflexiona. Según relata, “yo he sufrido que me hayan ocupado una vivienda, los he tenido que echar fuera, llevo tres años y aún no ha salido el juicio. En otro local, donde me hicieron por lo menos unos 350.000 euros de daños, he conseguido llevar a cinco personas al juzgado y me los dejaron a libertad”.

Desde el Ayuntamiento aseguran que el Delicias sí podrá reabrir con normalidad. Según fuentes municipales, tiene que demostrar con la documentación pertinente que se ajusta a la normativa, lo que da a entender que falta algún papel de los requeridos.

66 años de cafés y hamburguesas tardías

De momento, la puerta roja de la incombustible cafetería sigue cerrada. Dentro, están vacías las sillas de madera y mesas de mármol que, desde 1958, animan la zona.

Por ahí pasa desde la pareja que quiere jugar al dominó al grupo de amigos dispuesto a alargar la fiesta. Algunos vecinos denuncian las molestias debido al trasiego de gente, a veces un poco conflictiva, especialmente a horas intempestivas.

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