Un ganadero de Chantada afronta 14 meses de cárcel por dejar morir de hambre a 39 reses
El juicio se celebrará mañana en el Juzgado de lo Penal número 1 deLugo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El ministerio fiscal solicita catorce meses de cárcel para un ganadero del municipio lucense de Chantada que será juzgado mañana en el Juzgado de lo Penal número 1 de Lugo por un supuesto delito de maltrato animal, como investigado por dejar morir de hambre a 39 reses de su explotación.
Según el escrito de acusación del ministerio público, los hechos sucedieron entre febrero y marzo de 2016, cuando el procesado, titular de una explotación ganadera en una parroquia de Chantada, “de forma intencionada y sin observar las medidas legales precisas para la salvaguarda y protección de la vida e integridad de los animales”, dejó “de proporcionarles los cuidados y alimentación debidos” a las reses de su granja.
Como consecuencia de esa falta de atención, añade el fiscal, murieron 39 reses, cuyos cadáveres en estado de putrefacción permanecieron junto a los animales vivos sin que nadie se preocupase de su retirada.
También fueron hallados en la explotación sacos de tela de gran capacidad, unos 1.000 kilos, que estaban “llenos de restos óseos y putrefactos de cadáveres, mezclados con restos de abono”.
Además, “los 24 animales restantes presentaban deformaciones propias de una mala alimentación prolongada en el tiempo, tales como vientres abultados, deformación facial y desarrollos corporales que no se correspondían con su edad”.
El fiscal explica que, “igualmente, los animales se encontraban en un marcado estado de delgadez, algunos en estado caquéctico, con sarna en la piel, restos de sus propios excrementos y heridas y úlceras en distintas partes de su cuerpo”.
Las instalaciones de la explotación “presentaban muchísima suciedad” y en algunas zonas del pasillo de alimentación, la porquería alcanzaba el medio metro de espesor.
De hecho, de acuerdo con el escrito de acusación, los pasillos de alimentación y los comederos de la granja, que deben permanecer limpios en todo momento, porque son los lugares donde se deposita el forraje para los animales de la granja, estaban “llenos de abono y restos de hierba verde, mezclado todo con heces, lo que convertía la comida de los animales en estiércol”.
La fosa de purín rebosaba en algunas partes del establo y, en otras zonas, llegó a levantar la parrilla de evacuación, lo que suponía “un claro peligro para los animales”.