Un sufrida permanencia del RCD Mallorca para reflexionar

Nunca debería haberse puesto en peligro tal y como iba la temporada. La final de la Copa del Rey ha dado mucha alegría pero también muchas coartadas

Un permanencia sufrida para reflexionar

Jordi Jiménez

Mallorca - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

En el fútbol el que se conforma lo acaba pagando. Le ha pasado al RCD Mallorca (de manera inconsciente seguramente) y le ha pasado a otros equipos en esta liga tan extraña en la que se han acumulado más deméritos que méritos por parte de muchos equipos, y en la que la permanencia ha sido más barata por la nefasta temporada de Almería, Granada y Cádiz.

El RCD Mallorca se ha salvado con 37 puntos en la jornada 37. El acto final en Son Moix, lleno de tensión, de nervios, de incertidumbre, resumió perfectamente la temporada 2023-24 del RCD Mallorca. Ineficacia en el área y unos rivales directos peores. Los bermellones nunca debería haber llegado a este extremo, no debería haberse expuesto de esta manera a estar pendiente de si el Cádiz marcaba un gol en un arreón final en su casa ante Las Palmas.

La tarde parecía evolucionar hacia ese desenlace en el que todo lo que puede salir mal, te sale mal. Afortunadamente no fue así pero lo pareció durante muchos minutos. Porque el Almería, descendido y sin ninguna presión, hizo su trabajo y de pronto se sacó dos golazos, en especial el segundo de Langa, porque el Mallorca un día más carecía de acierto en el remate, con ocasiones clarísimas de Larin, Muriqi o Darder, porque iba perdiendo incomprensiblemente.

Se mascaba la tragedia, la tarde de transistores de toda la vida ahora con la aplicación de Tiempo de Juego y el teléfono pegado al oído, una vez más en el campo del RCD Mallorca. Quien más, quien menos, veía venir el gol del Cádiz que obligaría al Mallorca a ir a ganar a Getafe en la última jornada. Un escenario indeseable para un equipo que había estado salvado durante muchas jornadas, que había tenido un colchón suficiente como para no llegar hasta aquí. No se sabe si había más preocupación o enfado por tener que pasar por esto, otra vez.

Habrá quien recuerde que es el destino del mallorquinista, que toda la vida ha sido así, que los abuelos y padres de los aficionados de hoy siempre vivieron así su mallorquinismo. Y claro, es propio del adn mallorquinista, pero en esta ocasión, era un sufrimiento evitable. Ocurre que cuando crees que has llegado a tu cénit de la temporada como ha sido la final de la Copa del Rey, y además con el golpe de perder la gran oportunidad, hay una bajada de brazos seguramente inconsciente.Frustación por un lado, desánimo tal vez, agotamiento mental por otro, quién sabe, el caso es que el trabajo de cada uno de los jugadores y en especial del entrenador, volver a enchufar a su equipo.

Aguirre le da gran importancia al aspecto mental del jugador, siempre se refiere a la trascendencia que tiene en el comportamiento y rendimiento de un futbolista todo lo mental, el estado de ánimo, todo lo que puede interferir o favorecer la respuesta del jugador. Él mejor que nadie sabía que le estaba costando volver a enchufar al equipo. No es que los jugadores no quisieran, no es que no corrieran, no es que el equipo no estuviera comprometido pero inconsciente habían entrado en una autocomplacencia peligrosa.

Parecía que tras haber llegado a la final de la Copa del Rey nadie les podría reprochar nada, y cuando eso ocurre en un equipo se entra en una dinámica peligrosa. El RCD Mallorca estaba jugando con fuego, sólo habían ganado un encuentro, a Las Palmas, nunca con solvencia, nunca dando la sensación de que el equipo era fiable. Con muchas dificultades para marcar. Los goles han ido llegando por empuje, por ganas, más que por juego.

Lo peor es la limitación ofensiva del equipo y eso ha sido así desde el arranque de temporada. Desde el minuto uno de la temporada, desde que se falló el penalti en Las Palmas en la primera jonada, los bermellones han necesitado muchos remates para anotar. Lo mejor de este Mallorca ha sido su fortaleza defensiva, que es lo que le ha mantenido en Primera, como el año anterior, fortaleza que se halló tras altibajos en la primera vuelta, con Aguirre removiendo el puchero buscando su once, su plan adecuado para intentar adaptarse a los jugadores que habían llegado en verano.

Pero el plan ofensivo ha sido un fiasco por la Ineficacia, pero también falta de caminos claros hacia portería, también por la falta de plan B. Desconcertante equipo esta temporada. Muchas dificultades para marcar, todo empates y empates (16), sólo siete victorias,pero también un equipo duro de ganar también. No ha habido equipo que no haya sufrido para ganarle, se pueden contar con los dedos de la mano (y sobran dedos) los rivales que le han ganado cómodamente esta temporada, Girona y Athletic.

Pero también ha habido muy pocos partidos en los que la parroquia bermellona haya disfrutado. No se ha disfrutado, es la realidad. Se ha sufrido, alguno dirá que es el destino del mallorquinista, pero para no sufrir hay diferentes caminos. La temporada pasada el mismo librillo de Aguirre fue a pedir de boca para todos porque encontró la química de varios de sus jugadores, porque Kang-In Lee y Muriqi conectaron y el coreano era el generador, era la diferencia, Galarreta era el iniciador. Este año era el mismo equipo aguerrido pero sin la magia ni la creatividad deel año anterior, contando en teoría con buenos centrocampistas, no ha encontrado su personalidad ofensiva.

En los últimos tiempos ha dado la sensación de ciclo agotado, no se sabía por qué pero los jugadores parecían estar deseando coger vacaciones, de hecho algunos jugadores ya parecían ausentes. El trabajo no estaba finalizado, por ello hace un par de semana el técnico Javier Aguirre les pidió un último esfuerzo. Comenzaban a aparecer rumores de otros técnicos, comenzaba el run-run sobre la marcha del técnico, quizá por ello el técnico pedía a los suyos ese último esfuerzo, para que nadie se distrajera pensando que su jefe tenía las horas contadas. Ha echado en falta Aguirre algún refuerzo por parte del club, ha echado en falta algo más de cariño de Pablo Ortells y el club, él que siempre ha mirado por el club en todas sus declaraciones. Y seguramente tenga razón.

El Mallorca ha adolecido de un plan b, en lo futbolístico y en lo anímico, se ha dado cuenta Javier Aguirre dando el mando del equipo a jugadores diferentes en el último momento, principalmente Sergi Darder, que ha encontrado el premio a una temporada y una dinámica en la que venía muy difícil tras un descenso en Barcelona y un primer año sin ser relevante en casa. Darder es el final feliz de una temporada extraña pero emocionante.

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